CLICHÉS ANTILIBERALES

Más justicia social

No hay cliché más eficaz y confuso que el de la justicia social. De su eficacia no pueden caber dudas: nadie está en contra de la justicia social. Lo notable del caso es que la eficacia depende de la confusión.

La clave de la justicia social, en efecto, consiste en haberse apropiado de la palabra más bella, y de la noción más bella e imprescindible para una comunidad de mujeres y hombres libres, la noción de justicia, y haberla desvirtuado y distorsionado por completo.

De entrada, la justicia social es indefinida, nunca queda claro qué es, lo que resulta opuesto a la justicia. Además, la justicia social estriba en violar la propiedad de alguien. Nunca puede, así, la justicia social ser justa, porque la justicia estriba en que cada uno tenga lo suyo (suum cuique), mientras que la justicia social no es así. Del mismo modo que la justicia no puede ser acumulativa: sus decisiones son justas o no lo son. En cambio, la justicia social siempre es acumulativa, siempre se trata de lograr “más justicia social” o más “derechos sociales” que, otra vez, son contrarios a los derechos clásicos, y exigen su quebrantamiento.

Consolidación

La consolidación del poder político se apoyó sobre el ideal de la democracia liberal, que a su vez es inseparable de la justicia social, inoculando así la insidiosa idea de que lo justo es que el poder le quite a unas personas lo que en justicia les pertenece para dárselo a otras, a quienes no les pertenece. Se presenta como justo lo que viola la justicia, un proceso digno de Babel. La indefinición es también crucial para que la justicia social no sea justicia, porque le falta un sistema de reglas para diferenciar los actos justos de los injustos.

De esta manera, como concluye Anthony de Jasay: “Es imposible decidir que una situación es socialmente justa y no reclama reparación. El corolario lógico, por supuesto, es que la demanda de justicia social no es satisfecha jamás”. Ante esta curiosa justicia no hay recurso posible, porque no se basa en la igualdad ante la ley sino en otra noción insidiosa: la igualdad mediante la ley, que entrega el protagonismo al poder político mientras los súbditos permanecen encerrados en círculos argumentales que sólo su coacción despeja. “La igualdad es justa porque es parte de la justicia social, y la justicia social es justa porque procura la igualdad”.

La única posibilidad de que la justicia social sea justa, y que sea por tanto compatible con la sociedad libre, es tratarla como la vieja virtud cardinal, desplazada del ámbito del derecho hacia el ámbito previo de la ética: el impulso moral a compartir los bienes y redistribuir libremente lo que es nuestro. Es la justicia social del Buen Samaritano. Los que la rechazan, en verdad, no abogan por una justicia que sea social sino socialista, que no es lo mismo.