Las pensiones en Chile

El Gobierno que salga de las próximas elecciones, y ante el inmenso gozo de los antiliberales, puede que se cargue el sistema previsional de Chile.

Jamás ha escatimado críticas el pensamiento único contra las pensiones privadas: la posibilidad de que los trabajadores sean dueños de su destino y no dependan del poder produce escalofríos en los socialistas de todos los partidos. Pero, claro, esto no se puede confesar abiertamente. Entonces empezaron alegando que, como el sistema fue establecido por la dictadura de Pinochet, no puede ser bueno, un argumento cuya eficacia se derrumbó no sólo porque otros países democráticos adoptaron sistemas similares sino porque el propio Chile recuperó felizmente la democracia y los políticos dejaron el sistema privado tal cual.

Ahora vuelven a la carga con un argumento aparentemente sólido: las pensiones en Chile son bajas. Lo solidario y progresista, por tanto, es volver a la Seguridad Social estatal.

Esto escamotea partes cruciales de la realidad. Las pensiones en Chile son, efectivamente, bastante reducidas, pero eso no quiere decir que el sistema de capitalización sea deficiente, sino que la economía chilena ha crecido mucho durante los últimos años pero no durante las últimas décadas, con lo cual es imposible que un trabajador pueda jubilarse ahora con una pensión parecida a su último salario. Este punto es subrayado por Juan Ramón Rallo: “Las bajas pensiones que se siguen cobrando hoy en Chile no son una muestra de lo malo que es el sistema de capitalización de pensiones, sino de lo pobre que ha sido (y en parte sigue siendo) Chile. De ahí que resulte tremendamente disparatado, y demagógico, comparar las pensiones actuales con los salarios actuales en un país que partía de niveles de renta paupérrimos y que ha experimentado un crecimiento tan intenso” (http://goo.gl/nTw5f). Añade asimismo que en las condiciones económicas de Chile pero con un sistema de reparto como en España las pensiones serían aún menores. Desde luego no pueden los intervencionistas dar lecciones cuando sus sistemas de reparto son con frecuencia modestos o insostenibles, y a veces ambas cosas.

En el caso de Chile, un informe de Libertad y Desarrollo añade al crecimiento de los salarios reales en tiempos recientes otras consideraciones, como la informalidad del mercado laboral y la mayor esperanza de vida, y niega que los fondos de pensiones de los trabajadores chilenos estén mal administrados. Concluye que es necesario aumentar el ahorro y eludir la demagogia de los que claman: “los trabajadores tienen derecho a pensiones dignas”, pero no dicen cómo las van a financiar (http://goo.gl/R87LY).

Lo realmente dramático de las pensiones es que si está el Estado de por medio, no existen pensiones privadas, ni nada privado, porque el Estado siempre las puede confiscar: sucedió en la Argentina hace un lustro, y ha sucedido en Polonia hace unos días.