EEUU, economía y libertad

Mientras los estadounidenses debaten sobre el shutdown quizá convenga echar la vista atrás sobre su Estado. Lo hace Robert Higgs (http://goo.gl/9Ncg9), del Independent Institute de California, en su reciente libro: Delusions of Power (http://goo.gl/1EbIIS).

Su tema general es el avance del Estado sobre la sociedad civil con una excusa antigua, la guerra, y otra más reciente: las crisis económicas. Higgs recuerda a James Madison en 1795: “de todos los enemigos de la libertad pública, la guerra es quizá el más temible, porque comprende y desarrolla el germen de todos los demás…Ninguna nación preservará su libertad en un contexto de guerras continuas”. Desde una posición liberal y pacifista, el libro recuerda la escalofriante cita de Göring sobre que ningún pueblo quiere la guerra, con lo que es necesario manipularlo para que la acepte, y condena los intereses públicos y privados que la promueven, el “fascismo económico-militar” y las aventuras hostiles “neoimperialistas”.

Al rechazo a la guerra, el doctor Higgs suma la crítica a las teorías que suponen que el Estado es un fruto necesario y benévolo del contrato social. Sigue a Locke: no se puede dar por supuesto que el pueblo ha acordado que el poder no proteja sino que destruya sus derechos a la vida, la propiedad y la libertad.

Tampoco acepta la trampa de la teoría económica convencional, que no se presenta como un aparato intelectual para razonar en abstracto sino como demostración de que hay que intervenir porque los mercados no son perfectos. Buchanan la designó como la falacia más sofisticada de la economía neoclásica: “La idea de que como algunas relaciones se mantienen en el equilibrio, las interferencias forzadas para establecer esas relaciones serán de hecho deseables”. En realidad, lo que la teoría supone como dado es algo sólo revelado en el proceso del mercado.

Tras desmontar tópicos muy extendidos, como que Roosevelt resolvió la recesión de los años 1930 o que las grandes empresas están a favor del liberalismo, Higgs analiza la reciente crisis económica y critica la ficción que sostiene que fue producida por un exceso de libertad y que será resuelta por un intervencionismo aún mayor. La crisis, en realidad, no sólo es producto del poder sino que representa una gran oportunidad para que se fortalezca mediante dosis crecientes de intimidación a los ciudadanos, acosados por la propaganda que por un lado los atemoriza y por otro lado los engaña con supuestos resultados óptimos de mágicas “políticas de estímulo”.

No tiene Robert Higgs ninguna esperanza en que la libertad sea promovida desde la política, porque a su juicio los partidos son organizaciones esencialmente predatorias que no cambiarán si no lo hace antes la sociedad civil: “El Partido Liberal, por tanto, es una organización contradictoria en sus términos, y no deberíamos sorprendernos si atrae un apoyo financiero y electoral insignificante”.