La ley de Godwin

Se atribuye a Mike Godwin, de la Electronic Frontier Foundation, Wikipedia y la revista Reason, la formulación de esta ley: “A medida que una discusión online se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparación en la que se mencione a Hitler o a los nazis tiende a uno”.No parece que este sea un fenómeno limitado a Internet. La demonización del nazismo y el fascismo es tan aplastante que se utiliza como insulto definitivo y argumento tajante para cerrar cualquier debate. ¿Quién podrá estar a favor de Hitler? Eso es tan brutal que incluso está penado en algunos países. Resulta, por tanto, lógico que en las discusiones, en todas, en la Red y fuera de ella, se utilice al nazismo o al fascismo como argumento de fuerza. Sospecho, sin embargo, que la proliferación del recurso a los nazis no tiene que ver sólo con su intrínseca maldad, que también. Hay algo más.

Ese “algo más” puede rastrearse hasta la célebre fotografía de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial: ahí estaba Stalin, sonriente junto a Roosevelt y Churchill, cuando en ese momento los trabajadores muertos por los comunistas, por sus políticas económicas antiliberales o directamente por la represión policial, ya eran millones. A partir de entonces se desarrolló una vasta campaña de propaganda que ha tenido un notable éxito: usted habrá visto muchísimas películas sobre los campos de concentración nazis, pero le sobrarán los dedos de las manos para contar las películas que ha visto sobre las víctimas del comunismo que, por cierto, van por unos cien millones, más o menos.

Derechos humanos sesgados

En esa exitosa campaña intoxicadora se inscribe el fomento de las organizaciones internacionales, empezando por la ONU, y de los “derechos humanos”, que suelen ser sesgados. Así, estriban en perseguir al franquismo y reivindicar justicia para sus víctimas, al tiempo que se diviniza a los comunistas, que eran genuinos demócratas, perfectos tolerantes y, por supuesto, no cometieron crimen alguno. El héroe de los derechos humanos es Baltasar Garzón porque persiguió a Pinochet y jamás le tosió a Fidel Castro. Y así siguiendo.

La ley de Godwin, pues, refleja una significativa victoria de la izquierda, que ha llevado a que incluso desde el Partido Popular se haya descalificado recientemente a los terroristas de ETA como “nazis”, como si no fueran socialistas; por cierto, igual que los nazis. Este solapamiento es otra de las circunstancias que la ley de Godwin tiende a disfrazar: en realidad, nazis, fascistas, socialistas y comunistas tienen, al revés de lo que ellos mismos reivindican, muchos puntos en común, en particular su uniformidad en el rechazo al liberalismo (http://goo.gl/Ugff21; puede verse también “Fascismo y progresismo”, en Panfletos Liberales III, LID, 2013, págs. 140-144; y “Los New Deal”, en Panfletos Liberales II, LID, 2010. págs. 189-193).