El nuevo milagro alemán

El espectacular desempeño de la República Federal de Alemania tras la derrota y devastación de la Segunda Guerra Mundial y la invasión del imperialismo comunista recibió el nombre de “El milagro alemán”. Después, el crecimiento se frenó, el paro aumentó y resultó lógico que The Economist llamara a Alemania “el enfermo de Europa”. Pero ahora cambian las tornas otra vez, como analizan C. Dustmann, B. Fitzenberger, U. Schönberg y A. Spitz-Oener en “From Sick Man of Europe to Economic Superstar: Germany’s Resurgent Economy”, Journal of Economic Perspectives, invierno 2014 (http://goo.gl/5mkwiy): “Las exportaciones alemanas alcanzaron un récord histórico de 1,7 billones de dólares en 2011, aproximadamente la mitad del PIB, o el 7,7% de las exportaciones mundiales. Ni siquiera la crisis del euro ha sido capaz de frenar el fortalecimiento de la economía y del empleo en Alemania”.

La reunificación elevó los impuestos y costes de las empresas, que no pudieron pagar salarios sindicalizados, pero a la vez abrió los mercados no sólo de la RDA, sino de Europa Central y del Este, “lo que constituyó una oportunidad única para Alemania para deslocalizar producción”. Las reformas laborales de mediados del año 2000 fueron buenas, como la entrada en el euro, pero estos autores sugieren que la clave no está allí, sino en la flexibilidad laboral y salarial. La descentralización es considerable y escaso el intervencionismo en la determinación salarial, lo que agiganta la capacidad de adaptación de las empresas a entornos hostiles.

El consejo que podemos aprender en España, Italia o Grecia es que las reformas del llamado mercado laboral tienen que pasar por ahí, y no por un mayor intervencionismo, ni por ficciones corporativas tripartitas como los “pactos sociales”, sino básicamente por dejar a las empresas, a todas y cada una, en paz. Y no golpearse el pecho hipócritamente si aumenta la desigualdad, que es lo que sucedió en Alemania, mientras en otros países no aumentaba pero sí lo hacía el paro. Y, por supuesto, dejar de decir tonterías sobre que estamos en una situación de servidumbre en las garras de la malvada y caprichosa Merkel, y que la gran solución es depreciar el euro (moneda que compartimos), más gasto público, eurobonos y mutualización de la deuda a tope… y a costa del contribuyente alemán, claro.

¿Podrá volver a revertirse el nuevo milagro? Es posible. De momento, vemos que, a pesar de los denuestos que recibe, resulta que el Gobierno alemán ha aprobado… el salario mínimo, como si eso no pudiera convertirse en ariete contra los que pretende proteger. Los autores de este estudio concluyen, lógicamente, que esto reducirá la capacidad de reacción de la economía germana ante futuros contratiempos, pero esperan, y que no falte el optimismo, que las ganancias de competitividad puedan lograrse “mediante incrementos en la productividad que compensen las subidas salariales”.