Méndez reacciona tarde y mal a la crisis de UGT

Tarde, muy tarde llega la decisión del secretario general de UGT, Cándido Méndez, de abandonar su puesto al frente del sindicato. En los dos últimos años, la organización que dirige se ha visto inmersa en diversos escándalos de corrupción (los ERE ilegales amparados por la Junta de Andalucía, el desvío de fondos destinados a la formación de los trabajadores o las tarjetas fiscalmente opacas en Caja Madrid), sin que Méndez haya ofrecido explicaciones convincentes sobre ninguno de ellos. Esa complicidad con los miembros de UGT investigados por la Justicia, sobre alguno de los cuales recae la sospecha de ser el cerebro de una de esas tramas, ha deteriorado hasta límites inauditos la imagen pública del sindicato. La inoperancia del Méndez para poner coto a las prácticas corruptas en el seno de la organización y cumplir con la demanda de transparencia y ejemplaridad que exige la sociedad explica, entre otros motivos, el desplome de los afiliados a UGT, como al resto de sindicatos, en los últimos años, y genera el caldo de cultivo para la aparición de alternativas radicalizadas, como el sindicato que auspicia Podemos.

Pero es que, además, Méndez se equivoca también en las formas, al proponer nuevas elecciones para renovar la dirección de UGT en 2016 (sólo un año antes de lo previsto) en vez de dimitir con efecto inmediato. Cabe preguntarse qué credibilidad tiene para dirigir una supuesta “refundación” quien no ha sido capaz de arrancar de raíz las malas hierbas ni renovar las formas ni el ideario trasnochado del sindicato en los últimos 20 años.