Gloria Álvarez vs. Pablo Iglesias

La guatemalteca Gloria Álvarez y el español Pablo Iglesias tienen mucho en común. Ambos son jóvenes, nacidos en 1985 y 1978, respectivamente. Y son universitarios. Ella tiene dos licenciaturas, en Ciencia Política y Relaciones Internacionales, y un máster en Desarrollo Internacional. Él es doctor en Ciencias Políticas, y profesor. Ambos tienen destreza en los medios de comunicación, en la radio y la televisión, se manejan muy bien en las redes sociales y son figuras conocidas. Ambos tienen que ver con el populismo, Iglesias porque lo propicia y lo practica, y Álvarez porque lo critica: pronto publicará con el chileno Axel Kaiser el libro El engaño populista.

De hecho, Gloria Álvarez irrumpió como una tromba en las apacibles aguas del populismo iberoamericano hace poco, cuando una breve alocución en Zaragoza en 2014 probó que el solemne discurso populista puede ser brillantemente desmontado en un cuarto de hora (el discurso aquí: http://goo.gl/VrWmVB; otro vídeo sobre el populismo aquí: https://goo.gl/Iw4Fco; y una entrevista en Onda Cero aquí: http://goo.gl/oI15pS).

Esto es notable. Que un joven español sea de izquierdas es normal, y que un profesor de Ciencia Política perciba que el populismo es una alternativa antiliberal atractiva ante una ideología cochambrosa, reaccionaria y, sobre todo, electoralmente languideciente como el comunismo, también lo es. Por tanto, que Pablo Iglesias se haya entusiasmado con la humareda ideológica de Ernesto Laclau, y la política del chavismo y el kirchnerismo, era esperable, porque preservaba su aversión a la libertad y demás mitos colectivistas del socialismo, pero le permitía saltar a la política con éxito y codearse de igual a igual con los demás antiliberales visiblemente más apolillados.

El misterio es otro: ¿cómo fue que Gloria Álvarez no lo hizo? ¿Cómo llegó al liberalismo y lo aprendió a manejar con tanta habilidad? ¿Cómo evitó el populismo en su propio continente, el mismo populismo que encandiló a su contraparte española? Por tres razones: la experiencia, la educación y el azar.

Gloria supo muy temprano por experiencia en qué se concretan las políticas antiliberales: su familia emigró de Cuba a Guatemala, con lo que ella ya había oído hablar de los logros socialistas: la pobreza, el racionamiento y la falta de libertad. Estaba, pues, preparada para recelar del despotismo izquierdista (un reportaje aquí: http://goo.gl/aFYRxc).

Después, no estudió en una universidad como la Complutense, en la que encontrar profesores liberales es muy raro (lo sé bien), sino en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala, una universidad liberal (también lo sé, porque soy doctor Honoris Causa y profesor visitante allí, y en su rama española: http://goo.gl/USPVQ3).

Pero, ¿por qué estudió en la Marroquín y no en otra parte, cuando ella no tenía entonces ninguna preparación académica previa liberal? Gloria lo confiesa con su sincera sonrisa: por casualidad, porque estaba cerca de su casa.