Nuestro seminario vital

EXPANSIÓN de este lunes traía un reportaje sobre diferentes start up, firmado por Alejandro Galisteo y Clarisa Sekulits. En él se recogen los testimonios y experiencias de diversas personas que, sometidas a un determinado reto, problema o accidente, haciendo de la necesidad, virtud, son capaces de transformar aquél en una oportunidad de inspiración y crecimiento. El abanico vital contemplado es muy variado. Desde alguien que se queda en paro cerca ya de los cincuenta, hasta un ingeniero enfermo que renuncia a la discapacidad absoluta y monta su propio negocio, pasando por un expatriado trotamundos que capitaliza su conocimiento de países y culturas distintas para ayudar a otras empresas a salir al exterior, o el de una madre ilusionada que utiliza la energía e ilusión de su reciente maternidad para volar por libre y gobernar su agenda según sus prioridades.

El trabajo referido es una mezcla de sentido común, sensibilidad, realismo, imaginación. En el subsuelo del mismo subyace una idea que es bueno aflorar a la superficie. Resulta difícil encontrar un trabajo que te permita desplegar tu talento y personalidad, protagonizar una carrera profesional que te obligue a estirarte y desafiar tus límites, sin conocerse a uno mismo. Curiosamente, el personaje que tenemos más a mano puede permanecer oculto durante mucho tiempo. La falta de distancia, perspectiva, objetividad, facilita que nuestros defectos y cualidades, nuestras fortalezas y debilidades, visibles a los demás, nos pasen desapercibidos.

En esa permanente y diaria aventura de redescubrimiento personal, nuestra propia biografía puede convertirse en el mejor seminario de formación. Estando ahí, al alcance de nuestra mano, siempre asequible, discreto, gratis, es una pena que no le saquemos más rentabilidad. Con la pregunta como herramienta básica de exploración, adentrémonos en algunas de las páginas más relevantes de nuestro libro. Goethe gustaba hablar de momentos, Borges, de instantes. ¿Cuáles son las circunstancias o episodios más decisivos de nuestra historia personal? ¿Los acontecimientos más transformadores? Aquellos que suponen un antes y un después, un punto de inflexión en nuestra forma de entender el duro y maravilloso arte de vivir. Puede ser la pérdida de un ser querido, un traspiés profesional, un despido, la enfermedad o crisis de una persona cercana, un fracaso amoroso, un error interpretado emocionalmente en clave de culpa descalificante, un viaje inverosímil, una conversación catártica, iluminadora, un triunfo, una derrota, un olvido incomprensible, una traición ética. ¿Cuáles son las relaciones clave de nuestra vida? ¿Quiénes son las personas que más han influido en nuestra forma de pensar, sentir y actuar? Huya de lugares comunes, transitados por otros. Puede ser una madre, no necesariamente un padre. O viceversa. Un hermano, hermana, ojo con las comparaciones odiosas. Un maestro que dejó una huella imborrable. Un libro especial, oportuno, disparador de sentimientos nuevos. Un profesor inepto, desconfiado, que nos puso gratuita e injustamente en evidencia. Una práctica deportiva generadora de autoestima o de inseguridad. Una pandilla sana, acogedora, o su contrario, invasiva, aborregada. Un amigo que te dice las verdades del barquero, que te acepta como eres, y extiende un cheque de generosidad y confianza. Un cónyuge con el que compartir todo y soñar juntos. Un jefe. De los malos, nos vamos, no de las empresas. Y a los buenos, los seguimos, pedaleando a su rebufo. Un buen socio de trabajo, cómplice y complementario. Uno malo arruina la empresa y hasta la salud. Personajes trascendentes, únicos, para los que sean padres: los hijos. Depositarios de muchos secretos, conocedores de ángulos ciegos, te obligan a salir de la zona de confort.

Tercera batería de interrogantes. ¿Cuáles son las decisiones estratégicas de su vida? ¿La elección del colegio? Difícilmente, como la de la vida, territorio de padres. ¿Carrera universitaria? No necesariamente. ¿Vocación o por eliminación? ¿Pesó más el mercado, las salidas profesionales, o sus gustos y preferencias? ¿Trabajar para una empresa, quedarse en ella por inercia o compromiso? ¿Abandonar un proyecto que no da más de sí? ¿Dimitir? ¿Decir no a una oferta atractiva? ¿Emprender por nuestra cuenta? ¿Salir al extranjero, emigrar? ¿Casarse? ¿Ser padre, madre?

Repasando el tono de nuestras respuestas, ¿cuáles son los patrones de conducta que se pueden extraer? ¿De qué va el argumento central de nuestra vida? ¿Cuáles son nuestros talentos? ¿Nuestras limitaciones? ¿Nuestros miedos, nuestras dudas? ¿Nuestros valores, nuestras líneas rojas? ¿Sabemos lo que de verdad queremos hacer con el tiempo que nos han regalado? ¿Lo que realmente importa? No es fácil bucear en lo más hondo de nuestra forma de ser sin la sorpresiva aparición de personas, sustos, novedades, contratiempos, alegrías. Son los trenes que pasan delante de nosotros, algunos solo una vez. Tengamos los ojos bien abiertos, como los del reportaje arriba mencionado.