La banca española progresa adecuadamente

El recién publicado Informe de Estabilidad Financiera del Banco de España muestra que, salvado el “susto” de Popular, el sector bancario español progresa adecuadamente: aumenta la rentabilidad, caen los activos improductivos, y mejora la eficiencia. La imagen del sector bancario español es mejor que la del sector en España, ya que el negocio doméstico está más presionado por los bajos tipos de interés del BCE, lo que es una pesadilla para el margen de intermediación, que es insuficiente para financiar los gastos de explotación.

Vayamos por partes. A nivel consolidado (incluyendo, por tanto, el negocio tanto en España como en el exterior), la banca sigue “adelgazando”, ya que el activo ha caído un 1,7%. Es en el negocio doméstico donde se concentra la caída de la actividad, con una pérdida de balance del 3,8%. Por esta vía, menor actividad implica menores ingresos. El positivo contexto macroeconómico en el que se ha movido el sector bancario español ha sido un buen caldo de cultivo para seguir reduciendo los activos dudosos. La tasa de morosidad del crédito, aunque se sitúa por encima de la media europea (4,7% vs. 4,4%), ha reducido el diferencial. En el negocio en España, la tasa de morosidad es superior (7,9%), aunque el volumen de préstamos morosos viene cayendo con fuerza (un 17% en el último año), hasta situarse en 94.000 millones de euros. No obstante, si sumamos los 58.000 millones de euros en activos adjudicados (que también son improductivos), la tasa de mora ampliada sube al 12,7%.

El intenso desapalancamiento del sector privado pasa factura sobre un stock de crédito que sigue cayendo, aunque cada vez a menor ritmo. En el negocio doméstico, ha caído un 1,9% en 2017. La excepción es el crédito al consumo, que aumentó un 27% el año pasado, sector en el que las entidades buscan rentabilidad en forma de mayores márgenes, pero donde asumen más riesgo. Un aspecto a destacar es que, poco a poco, la banca española va soltando el pesado lastre del ladrillo, donde las entidades llegaron a concentrar el 64% del crédito al sector privado. No obstante, sigue concentrando hoy día más de la mitad (54%). Construcción y actividades inmobiliarias concentran el 30% del total de créditos morosos, la mitad que en el año 2012.

Un análisis pormenorizado de interés que contiene el informe del Banco de España es la evolución de la composición de los préstamos hipotecarios según la ratio préstamo/valor de la garantía (LTV, loan-to-value en sus siglas en inglés). Frente a los excesos cometidos en años de burbuja, en los más recientes cae el porcentaje de préstamos con ratios por encima del 80%, lo que es una buena noticia para evitar riesgos. En términos de resultados, 2017 ha concluido con la rentabilidad sobre recursos propios (ROE) del 6% incluyendo el negocio en el exterior, pero que cae cuando se analiza la rentabilidad en España. Es en el negocio doméstico donde se nota el efecto de los bajos tipos de interés y del mayor volumen de activos improductivos. Si en el agregado se incluye Popular, que lo distorsiona todo, la rentabilidad cae en picado, hasta el punto que es negativa en el negocio doméstico, con un beneficio contable de -3.920 millones de euros. Sin Popular, la rentabilidad sigue subiendo, del 4,3% en 2016 al 6% en 2017 en términos consolidados. En cualquier caso, persiste el problema de viabilidad del sector, ya que esa rentabilidad es insuficiente para satisfacer al inversor que pide al menos un 8% (coste del capital).

Optimismo

El análisis de la cuenta de resultados invita a un cierto optimismo cuando el foco se pone en los grupos consolidados que incluyen negocio fuera de España. Así, el margen unitario de intereses ha aumentado en 2017, así como el peso de las comisiones en el activo (ya aportan la cuarta parte del total de ingresos netos), lo que explica un aumento del margen de explotación a pesar de que ha aumentado el coste unitario de explotación. Menos activos problemáticos implica menores necesidades de provisiones, lo que también es un factor que ha contribuido a aumentar la rentabilidad.

Donde la foto no sale tan bonita es en el análisis de la solvencia. Aunque la ratio de solvencia aumentó el año pasado, los datos que aporta la Autoridad Bancaria Europea nos sitúan a la cola de la UE28 en términos del capital de mayor calidad (CET1) cuando se mide con los criterios de Basilea III implementados al 100%. En concreto, la ratio es del 11,4%, tres puntos por debajo de la media de la UE. Por tanto, es necesario seguir fortaleciendo el capital en los próximos años.

En resumen, si bien todavía queda en el balance de la banca española la herencia de la crisis en forma de un elevado importe de activos improductivos, la rentabilidad se va recuperando, algo difícil de lograr en un entorno en el que los bajos tipos de interés impiden recuperar el principal margen de las entidades, que es el de intermediar los depósitos a créditos. La buena noticia es que la banca española sigue siendo de las más eficientes de la zona euro, y ello es posible gracias a la profunda reestructuración que ha tenido lugar corrigiendo y mucho el exceso que había en la capacidad instalada. Si se consolida la recuperación de la economía española (y las previsiones apuntan en esa dirección), la morosidad seguirá cayendo y el stock de crédito volverá a tasas positivas de crecimiento, lo que aportará más ingresos y menos costes de saneamiento. Pero hay que ser prudentes y pensar que para competir hay que mejorar la solvencia, y en este terreno no salimos bien parados en la comparativa internacional.