Desde mi pantalla

Mal rollo si cinco bancos lideran la caída del Ibex

La pasada semana decíamos en el titular de esta sección que “Era buen momento para poner cortafuegos” y fue como una premonición, porque la semana ha sido cosa fina: un sólo día de subida y cuatro de bajada; claro que la del viernes, más que bajada fue batacazo. A mediodía, mientras que el Dax de la Bolsa de Fráncfort subía el 0,83%, el CAC 40 de París avanzaba el 0,30% y el EuroStoxx 50 ganaba el 0,24%, nuestro Ibex, tras llevarse por delante el soporte de los 10.000 puntos, se descolgaba hasta las puertas de 9.800 puntos, perdiendo el 1,80%. Pero la cosa fue a peor, porque a las 16 horas la pérdida era del 2,40%. Un batacazo provocado por el sector financiero, el de más peso en la formación del índice, que derribó al indicador; tanto, que a las 14 horas del viernes, de los 24 valores que ponderan en el índice, 15 perdían más del 2%. De ellos, un grupo de seis, dentro del que estaban los dos grandes bancos retrocedían más del 3% y CaixaBank tenía el dudoso honor de ocupar el furgón de cola perdiendo más del 4%.

Pero como cualquier situación, por complicada que sea, siempre es susceptible de empeorar, nos encontramos por la tarde con un panorama que daban ganas de llorar. Pero con el estómago lleno, un par de copas de buen vino y un chupito de Whisquí se ven las cosas de otra forma y, en consecuencia, ni vamos a rasgarnos las vestiduras ni pedirle a los lectores que lo hagan.

El momento de desplome de la Bolsa española coincide, minuto arriba minuto abajo, con la publicación de la noticia de la moción de censura presentada por el PSOE contra Mariano Rajoy. Ahora serán los comentaristas políticos quienes harán las quinielas sobre adhesiones y compañeros de viaje que busquen los distintos partidos para derribar a Rajoy. Si no lo consiguen, malo. Si lo consiguen, peor, porque podemos entrar en una etapa de ingobernabilidad del país mientras se devoran en luchas incruentas los líderes y los acólitos de los distintos partidos.

A la Bolsa le importa un rábano si gobiernan demócratas o republicanos; laboristas o conservadores, PP o PSOE. Lo que necesita y espera es un Gobierno fuerte, una economía de mercado acorde con la de nuestro socios europeos, lejos de las aventuras trasnochadas de algunos países sudamericanos, a los que tanto admira Iglesias y sus afines y lejos igualmente de las aventuras populista que dieron lugar a que Grecia se haya hundido hasta los ejes en el barro. Y como casi siempre llueve sobre mojado, aquí añadimos dos problemas de difícil solución. El primero el catalán, que ni de lejos está resuelto: el segundo el vasco, que volverá a salir a la palestra en cuanto se detecte debilidad del Gobierno central, o se pongan en marcha de las promesas que ha dado Rajoy al PNV para lograr que se aprueben los presupuestos.

No hace falta que pase nada fuera. Con lo nuestro ya tenemos bastante para provocar salidas de inversores no residentes y no pocos domésticos. Pero no adelantemos acontecimientos. Tiempo habrá para irlos asimilando. Lo que tenemos, de momento, son sólo amenazas: síntomas de agotamiento de los valores que subían como cohetes. Soportes, hasta ayer fiables, que comienzan a estar seriamente amenazados y, en no pocos casos, perforados a la baja. Y, afortunadamente de momento, tendencias bajistas claras sólo las hay en media docena de valores.

Como los temas que nos amenazan no se van a solucionar de hoy para mañana y pueden dar lugar a un verano caliente, se impone actuar con la cabeza y no con el corazón. Valores que hoy se ven baratos o como una clara oportunidad de compra, mañana pueden estar mucho más baratos y las oportunidades convertirse en gangas.