Una moción oportunista que dinamita la estabilidad

El PSOE dinamitó ayer, con la presentación de una moción de censura, la estabilidad que creía haberse garantizado el Gobierno con la aprobación de los Presupuestos del Estado de 2018 para poder agotar la legislatura. La iniciativa oportunista del secretario general socialista, Pedro Sánchez, obligará a todos los partidos del arco parlamentario a posicionarse sobre la continuidad de Mariano Rajoy después de la dura sentencia del primer juicio del caso Gürtel, que considera acreditado que el PP mantuvo durante años una contabilidad paralela oculta y que se benefició del entramado de corrupción orquestado por su extesorero Luis Bárcenas y el empresario Francisco Correa. No cabe duda de que la condena al PP como partícipe a título lucrativo de esta trama delictiva mina la credibilidad de Rajoy, pero es irresponsable por parte del líder de la oposición escudarse en una resolución judicial que aún no es firme y que los populares ya han anunciado que van a recurrir para desestabilizar al Ejecutivo en un momento en que debe hacer frente al desafío separatista que pretende retomar el nuevo presidente de la Generalitat catalana, Quim Torra, y al agotamiento de los vientos de cola que impulsaban la economía española.

El coste de la incertidumbre. La abrupta reacción de los mercados al regreso de la inestabilidad a nuestro país es reveladora del coste que puede tener la maniobra de Sánchez para aprovechar la debilidad de Rajoy y volver a situarse en el centro del tablero político, con lo que también aspira a frenar el auge del partido de Albert Rivera en las encuestas. El Ibex entró en terreno negativo después de que el líder del PSOE anunciase que su partido ya había registrado la moción de censura en el Congreso de los Diputados –lo que impide al presidente del Gobierno adelantar las elecciones hasta que se debata y vote la iniciativa–, y cayó con fuerza, llegando a perder un 2%, después de que Ciudadanos retirara su apoyo al Gobierno y exigiese un adelanto electoral inmediato. En paralelo, la prima de riesgo de la deuda española superó los 100 puntos básicos, un nivel que no sobrepasaba desde enero. Y es que la incertidumbre política sobrevenida sitúa a España, junto a Italia, como los mayores focos de inestabilidad dentro de la zona euro a las puertas de la decisiva cumbre de junio en la que debe pactarse el futuro de la unión monetaria. La moción de censura del PSOE amenaza la aprobación final de los Presupuestos de 2018 (prevista para el 19 de junio en el Senado), las reformas de las pensiones y de la financiación autonómica, el relevo de Luis María Linde al frente del Banco de España y la llegada de nuevas inversiones.

Escenario abierto. El horizonte político que se abre ahora está plagado de incógnitas. Tras la negativa inicial de Ciudadanos a respaldar a Sánchez, cuyo plan si es investido pasa por formar un gobierno monocolor socialista que aborde la regeneración institucional y ponga en marcha una agenda social antes de convocar otros comicios (lo que supondría prácticamente agotar la legislatura), el secretario general del PSOE tendrá que apoyarse en los populistas de Podemos, los nacionalistas vascos, los independentistas catalanes y los filoetarras de Bildu para llegar a Moncloa. Unos apoyos que se antojan demasiado débiles para garantizar que se va a cumplir la Constitución en Cataluña, como prometió ayer Sánchez. Pero si el líder socialista fracasa en su tentativa de derribar al Gobierno, Rajoy tampoco lo tendrá fácil para mantenerse en el poder hasta 2020 si antes no logra recuperar el apoyo de Ciudadanos. Afrontar la coyuntura que encara España en los próximos meses con una minoría tan exigua como la que tendría el PP sin los diputados de la formación naranja sería demasiado arriesgado y conllevaría la lenta agonía de un Ejecutivo sin capacidad real de sacar adelante ninguna iniciativa política de calado. Algo que tampoco puede permitirse la economía española en plena moderación del crecimiento de la zona euro y cuando la Comisión Europea acaba de reclamar a nuestro país un esfuerzo fiscal estructural de 7.600 millones de euros para 2019. Por tanto, gana peso la opción de un adelanto electoral como salida a este laberinto.