El reto de reinventarse

En el marco de un programa de la UEFA para jugadores internacionales, he dado esta semana en Barcelona una charla sobre gestión de equipos de alto rendimiento. Grupo heterogéneo, procedente de diversos países de Europa, todos los participantes comparten la condición de exjugadores, ya pasaron por el trago de retirarse. Cruzado ese puente desequilibrante, superada la dependencia de la adrenalina que despierta la cancha, no es nada fácil, genera adicción, se enfrentan a la segunda parte de su vida. La primera se caracteriza por su vistosidad, rentabilidad, popularidad. La segunda puede ser menos intensa y mediática, pero igualmente rica en experiencias y aprendizajes valiosos. También puede convertirse dolorosamente en una pendiente resbaladiza, en un declive hacia la bancarrota económica y moral.

El menú de opciones que contemplan es variopinto. Algunos a lo mejor se decantan por capitalizar su conocimiento de los entresijos del vestuario de un equipo de fútbol, fueron cocineros antes que frailes, y ejercer como entrenadores. El reto consiste en compaginar la legítima agenda personal de cada jugador con el bien común del equipo. Equilibrio difícil de alcanzar, pasa por tener bajo control los egos más infantiles y caprichosos. Otros piensan en clave de directores deportivos, por tanto, con un campo de acción más variado y sutil, donde la toma de decisiones, el margen de autonomía personal y la asunción de responsabilidades se difumina en el organigrama de turno. Otros aspiran a presidir las federaciones nacionales de su país, aportando aire fresco e ideas nuevas. Desafío indudable donde se pueden enredar entre intereses y sensibilidades distintas. Del campo de juego a los pasillos, no todos podrán dar ese salto. Otros piensan en colaborar con organismos deportivos de carácter internacional, lo que sin duda pasa por llevar a cabo un plan de netwoking donde debería primar la calidad de relaciones sobre la cantidad. Otros se deciden por transformarse en agentes de jugadores, oficio que requiere habilidades de negociación, dosis importantes de empatía, discreción a raudales y la facilidad de mantener una relación de confianza con el plantel de jugadores representados. Independientemente de los especialistas en materia fiscal, financiera, patrimonial… un buen agente puede revelarse como figura central del entorno que rodea al jugador. Otros sueñan con fundar sus propias empresas, con crear negocios donde sean a la vez socios y gestores. La correcta selección de los compañeros de viaje será un factor diferencial de éxito o de fracaso. En paralelo a la baraja de posibilidades contempladas, han de seguir la gestión de sus ahorros, decidir dónde invertir su dinero, por qué negocios apostar, con quién… Sobre este particular, las nociones básicas de contabilidad, finanzas que aprendan, serán bienvenidas.

Sinceramente, me he llevado una grata sorpresa. Me he encontrado con un grupo de exjugadores que liberados de la tentadora nostalgia de tiempos que no volverán, están comprometidos con su desarrollo profesional. Inquietos por su educación, intentan triunfar en esta fase más discreta de su vida, alejada del ruido y de los focos. Más allá de sus diferentes historias personales, de sus tradiciones culturales, se percibe un fondo común de inquietud y ganas de reinventarse.

Salvando las distancias del ejemplo, vamos a un mundo laboral que va a requerir de todos un esfuerzo importante de renovación y continua adaptación a las demandas y necesidades de una economía cambiante y global. El giro no será tan copernicano como colgar las botas de golpe y porrazo, pero sin duda va a exigir de todo profesional una actitud de superación y lucha. No es una mera cuestión de edad. Muchos emprendedores en España inician esa aventura frisando los 50 años, haciendo de la necesidad, virtud. Visto el desarrollo tecnológico, garantizada la automatización creciente de varias funciones, muchos profesionales deberán afrontar sin dilación un plan de reconversión personal. Una carrera lineal, más o menos ascendente y rápida, es más una reliquia del pasado que una ventana al futuro. A veces, para avanzar hay que retroceder, anatema contra la cultura del up or out. Desde un sólido epicentro personal de conocimientos y capacidades, los profesionales con un perfil versátil encontrarán más fácilmente la forma de caminar por las diversas carreteras que asomen en el horizonte.

PD. En línea con mi argumento, visto el triste espectáculo de la moción de censura en el Parlamento, ¡qué falta de grandeza!, nos iría mejor si muchos políticos pasaran a la condición de ex. La cuestión crítica es, ¿dónde irían? ¿Cuáles son las alternativas? Cuando no hay vida fuera de la organización para la que trabajamos, la vida dentro se empobrece. Política en minúsculas, de vocación de servicio a profesión única y endogámica.