Tomar decisiones formadas

La mitad de los ciudadanos no entiende conceptos financieros básicos. Ésta es una de las conclusiones de la última Encuesta sobre Competencias Financieras del Banco de España y la CNMV publicada hace unos días. En muchos países la población no está familiarizada con conceptos básicos relacionados con la inflación, el tipo de interés compuesto o la diversificación del riesgo. “En un contexto como el actual de creciente complejidad de los productos financieros, la falta de conocimientos puede dificultar la elección de los vehículos de ahorro, seguro o deuda más apropiados para cada individuo”, dice el estudio.

El hecho de que se trate de un problema internacional no suaviza la principal conclusión del estudio: es muy importante que todos como sociedad avancemos hacia una mayor y mejor educación financiera. En España, el 97% de la población admite tener cuenta corriente, un buen ejemplo de la elevada inclusión financiera, lo que debería servir de aliciente para seguir avanzando en la buena dirección. Una inclusión financiera efectiva se apoya tanto en el acceso y la disponibilidad de los servicios financieros, como en su uso eficiente y bien informado. La formación es fundamental para tomar decisiones financieras adecuadas en un entorno financiero de enorme complejidad como el actual.

De acuerdo con el último informe del Banco Mundial, el proceso de digitalización contribuye de forma importante a la inclusión financiera. La mejora en el acceso a servicios digitales, abiertos, transparentes y competitivos facilita la gestión de ingresos y limita los riesgos asumidos. Se mejora de esta forma la gestión del ahorro bajo un esquema de elevada eficiencia. Los bancos españoles lideran la transformación digital del sector en Europa y son claves en el proceso innovador que demanda la sociedad. Nuestras entidades tienen además como reto permanente simplificar sus aplicaciones y mejorar la capacitación de los usuarios primando de esta forma tanto la facilidad como la transparencia.

La digitalización puede ser muy eficaz para avanzar en la inclusión financiera de toda la sociedad. Pero para que contribuya realmente a este objetivo es necesario un determinado nivel de cultura financiera que permita a las familias tomar decisiones acertadas en la gestión de sus finanzas. Lamentablemente, los resultados del estudio de los supervisores no llevan al optimismo, sin que esto sea realmente una novedad. Los bancos españoles, por ejemplo, realizan importantes esfuerzos desde hace años para mejorar la cultura financiera de la sociedad. Tanto de los jóvenes nativos digitales que han vivido en un escenario de crisis financiera como de los mayores que tienen dificultades para beneficiarse de las ventajas de la digitalización. Para que este enorme esfuerzo que realizan los bancos tenga éxito hace falta la colaboración del resto de la sociedad, incluyendo al mundo académico y a las propias familias. Las autoridades deberían debatir de forma seria la posibilidad de incorporar la formación financiera en los currículos escolares.

Responsabilidad del cliente

Los bancos se enfrentan desde hace años a un cambio regulatorio que parece no tener fin en su grado de exigencia. Una supervisión estricta valida el menor margen de maniobra que tienen los bancos para asumir riesgos al mismo tiempo que fija de forma clara las reglas bajo las que se materializa la relación entre el cliente y su banco. Regulación y supervisión persiguen oficialmente el doble objetivo de garantizar la estabilidad financiera y reforzar la protección del consumidor, objetivos a los que los propios clientes también deben contribuir. La falta de competencias financieras en la sociedad puede convertirse en una fuente de inestabilidad financiera. Dicho de otra manera, la educación financiera en un entorno cada vez más digital es clave para limitar este riesgo, reforzando con ello la responsabilidad del cliente bancario.

Los bancos deben ayudar a sus clientes a tomar las mejores decisiones financieras. Pero son éstos los más interesados en gestionar de la mejor forma sus finanzas con decisiones adecuadas bajo una perspectiva de medio y largo plazo. Autoridades, bancos y ciudadanos debemos trabajar juntos para mejorar las competencias financieras de la sociedad.