Borrell, azote del separatismo catalán, nuevo ministro de Asuntos Exteriores

MENSAJE DE ESTABILIDAD A LA EUROZONA / Fue presidente del Parlamento Europeo, y redactor de la Constitución de la UE. Como Sánchez, Borrell también venció al ‘aparato’ del PSOE en unas primarias.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, nombró ayer a Josep Borrell, ministro de Asuntos Exteriores del nuevo Gobierno. Es una decisión de profundo calado político y lleno de mensajes sobre los propósitos de Sánchez en España y en la Unión Europea.

Borrell es un catalán de la Puebla del Segur (Lleida), que tiene ya 71 años, y una vitalidad extraordinaria, como demostró encabezando las manifestaciones del año pasado, organizadas en Barcelona contra el independentismo por Sociedad Civil Catalana, como las que se celebraron el 8 y el 30 de octubre.

Los independentistas no podían haber tropezado con peor adversario. Miembro del PSOE desde 1975, es un catalán que se siente muy español y europeo. Domina el francés y el inglés, y así se dirigió al mundo en aquellas manifestaciones, para desenmascarar el totalitarismo de los separatistas. Y así va a explicar el desafío del soberanismo fuera de España.

En la manifestación del 30 de octubre, acusó a Oriol Junqueras, exvicepresidente económico del destituido Gobierno catalán, de “totalitario absoluto” y de pretender engañar a los ciudadanos dando poca importancia a lo que ya era una espantada de empresas catalanas, que hoy superan las 4.000. “[Junqueras] Nos toma por imbéciles”, dijo Borrell entonces. Incluso, el 8 de junio de 2016, en un debate televisado, en 8TV, Borrell le dio una soberana paliza dialéctica a Junqueras.

El veterano socialista sabía lo que decía porque, junto al empresario Joan Llorach, Borrell escribió en 2015 un libro sobre Las cuentas y los cuentos de la independencia [de Cataluña], en el que desmontó, uno por uno, todos los argumentos de los independentistas sobre el supuesto maltrato fiscal de la comunidad autónoma respecto al resto de España.

El disgusto de Puigdemont

Por todas esta razones, el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, prófugo de la justicia española en Alemania, recibió ayer con disgusto el nombramiento de Borrell. Puigdemont preguntó a sus huestes: “Éste es el gesto que tenían pensado [en el PSOE] para enviarnos un mensaje de relajar [el choque]. Una persona que se ha significado en la escalada de odio [contra el independentismo catalán]” .

Y es que Borrell sabe de lo que habla. Sobre todo, si hay números de por medio. Es ingeniero aeronáutico por la Universidad Politécnica, y doctor en Ciencias Económicas, y catedrático de Fundamentos de Análisis Económicos por la Universidad Complutense de Madrid.

Pero, además, con los gobiernos de Felipe González (1982-1996) fue secretario de Estado de Hacienda. El que empezó, con Lola Flores, a publicar los personajes con elevadas deudas con Hacienda, como estrategia ejemplarizante. Fue también el ministro que unió en Fomento el antiguo Ministerio de Obras Públicas, Transporte y Medio Ambiente. Allí perdió la batalla al intentar eliminar el mítico Toro de Osborne, al que acusó de incumplir la Ley de Carreteras. El Tribunal Supremo lo desautorizó en 1994.

Con alguna frecuencia su capacidad intelectual lo convierte en un hombre distante y muy duro con los demás. Sus debates en las comisiones del Congreso eran de todo menos aburridos.

El nombre de Borrell también es un mensaje a la Eurozona, porque es un europeísta convencido. En 2002 fue uno de los diputados españoles que participó en la redacción de la Constitución Europea, y en 2004, fue elegido presidente del Parlamento europeo.

Pedro Sánchez rescata también a un hombre que, como él, derrotó al aparato del PSOE en unas elecciones primarias el 24 de abril de 1998. Venció al candidato oficial, Joaquín Almunia, para optar a la Presidencia del Gobierno en las elecciones generales de 2000. Sin embargo, como a Sánchez, la victoria le costó cara. Dimitió el 14 de mayo de 1999 por el fraude fiscal de José María Huguet, un antiguo colaborador suyo cuando era secretario de Estado de Hacienda. Otro colaborador, Ernesto de Aguiar, fue absuelto.

Previamente, el 13 de mayo de 1998, el entonces candidato a la Presidencia se enredó, o lo enredaron, en un Debate sobre el Estado de la Nación, con el entonces presidente, José María Aznar, sobre el criterio de devengo y de caja en las cuentas de la Seguridad Social. Devengo es cuando se cuenta un ingreso que está comprometido, pero no está hecho. Caja se refiere al dinero que efectivamente hay en la cuenta. Borrell no fue capaz de explicar claramente lo que quería decir para desvelar un déficit supuestamente oculto en la Seguridad Social. Con su dimisión, acabó su carrera en la política española y se fue al Parlamento Europeo en Estrasburgo, que presidió entre 2004 y 2007. Borrell abandonó entonces la política.

A diferencia de Sánchez nunca volvió a intentar el asalto al PSOE. Incluso, se negaba a volver a la política, pero, tras su destacado papel en la pugna contra el independentismo catalán, Sánchez lo ha recuperado.

Borrell no fue imputado por formar parte del Consejo de Administración de la multinacional Abengoa que, en gravísimas dificultades, apoyó las indemnizaciones del expresidente, Felipe Benjumea, que percibió 11,4 millones, y del que fuera consejero delegado, Manuel Sánchez Ortega, que cobró 4,5 millones. La Audiciencia Nacional absolvió a ambos.

Editorial / Página 2