La defensa de la independencia del Banco de España

La independencia del Banco de España frente a los poderes públicos, nacionales o europeos, ha sido normalmente el caballo de batalla que ha ocupado buena parte del tiempo de los máximos responsables de la institución ante los intentos de limitarla por parte de aquellos poderes. Por eso no es extraño que haya sido el principal aspecto que destacaron en sus intervenciones tanto el nuevo gobernador como el saliente, Pablo Hernández de Cos y Luis Linde, respectivamente, durante el acto de presentación en sociedad del nuevo alto cargo. Pero lo relevante en esta ocasión es que la ministra de Economía, Nadia Calviño, hiciera una apología de esta independencia comprometiéndose, por tanto, a defenderla también ella.

Hasta ahora ha sido relativamente corriente que el uso de la independencia, que la ley de autonomía del Banco de España le confiere a éste, haya supuesto roces y enfrentamientos con las autoridades políticas cuando el supervisor financiero ha decidido hacer públicas sus opiniones sobre los principales problemas de la economía española. Desde sus posiciones acerca de los proyectos de presupuestos generales del Estado, normalmente críticas por la falta de ambición de los Ejecutivos en embridar el déficit público como forma de prepararse para futuros problemas, o el alcance de las reformas laborales que se han puesto en marcha, hasta la necesidad de buscar una solución real al problema de las pensiones públicas.

En muchas ocasiones, además, los responsables económicos han tratado –y a veces lo han logrado– de influir o incluso dirigir las actuaciones que típicamente le correspondían al Banco de España, especialmente las referidas a tareas de supervisión de las entidades financieras en materia de solvencia. El desarrollo de la última crisis del sector puede ser una buena prueba de ello.

Por eso, es de destacar que en el acto de presentación del nuevo gobernador tanto éste como su predecesor y, especialmente, la ministra de Economía, hicieran referencia a la necesidad de que el Banco de España defienda y acreciente su independencia respecto al resto de poderes del Estado.

Naturalmente, fue Hernández de Cos quien puso más énfasis en la defensa de la independencia al señalar que, de los tres pilares básicos en los que se basa el Banco de España, “el primero es la independencia”, para añadir que “es condición necesaria para alcanzar los objetivos mencionados [una mayor inserción en el Eurosistema y en el Mecanismo Único de Supervisión y contribuir a la estabilidad financiera y macroeconómica] y sólo ella puede ofrecer las mayores garantías de éxito”.

La ministra Calviño, por su parte, dijo que “de la independencia de las instituciones emana su fortaleza y, por ende, su capacidad para generar confianza, su autoridad y su credibilidad”. Algo que el propio Hernández de Cos reconoció que era algo necesario, porque “tras la crisis financiera sin precedentes, la reputación de los actores de política económica, de los bancos centrales en particular e incluso de la profesión económica en su conjunto ha sufrido un enorme desgaste”.

Pero la independencia, recordó el gobernador, “debe fundamentarse sobre análisis y decisiones basadas en el máximo rigor intelectual. Ésta es también la mejor base desde la que abordar la necesaria rendición de cuentas y transparencia ante la sociedad”, algo que reiteró el gobernador saliente, Luis Linde, para quien “preservar su independencia, su capacidad técnica y su prestigio es también defender los intereses generales y reforzar las posibilidades de participar en las decisiones del Eurosistema”.

Pero las palabras no suelen bastar y por ello se necesitan hechos que las refrenden. Desde las dos partes. El Banco de España debe seguir siendo crítico en los análisis sobre la realidad económica y los proyectos del Gobierno, además de cumplir con las tareas específicas que le competen; y el Ejecutivo debe admitir las críticas y facilitar que el supervisor pueda desarrollar sus competencias sin trabas.

Uno de los aspectos relevantes que faltan por llevarse a cabo, porque el anterior Gobierno no quiso impulsarlo, es la puesta en marcha del Consejo Macroprudencial, integrado por los ministerios y agencias supervisoras involucrados bajo la dirección del Banco de España, como ocurre en otros países, para que evalúe las perspectivas de mantenimiento de la estabilidad financiera y formule las recomendaciones pertinentes a los responsables de activar las medidas que se consideren apropiadas.

Es algo que, sin citarlo expresamente, reivindicó Hernández de Cos en su toma de posesión al señalar: “El verdadero test, aquel en el que nos jugamos el prestigio social y la credibilidad, pasa por que verdaderamente seamos capaces de identificar a tiempo los riesgos y vulnerabilidades, que seamos capaces de alertar sobre ellos y, dentro de nuestras competencias, seamos capaces de actuar para mitigarlos o contribuir de manera decisiva a que se actúe cuando ello corresponda a otras instancias”.