Si los protagonistas son los bajistas, mal rollo

Octubre es un mes con mal cartel para los inversores. Su mala fama proviene de que los dos crash bursátiles, el del 29 y el del 87 se dieron en este mes, pero carece de base científica para sostener que es un mes peligroso para la Bolsa. De hecho. Kostolany se burlaba de la creencia y decía que este mes era peligroso para los inversores y apostillaba: “otros meses peligrosos son noviembre, diciembre, enero...”

Pero si octubre era un mes de desplomes, también podía serlo para aprovechar las caídas e iniciar compras. De ahí el aforismo que se sacaron de la manga en Wall Street compra en octubre y vende en mayo (sell in may and go away). Si se está dispuesto a creer en todos los dichos, refranes y sentencias, esta última puede ser la que tenga más sentido, ya que se estaría comprando cuando todos venden y vendiendo cuando todos compran.

Estamos viviendo, o mejor dicho, sufriendo, un mes de octubre de retrocesos que son una continuación de los iniciados en mayo del año pasado, con lo que llevamos año y medio de bolsa bajista que ha arrastrado al Ibex 35 desde los 11.200 puntos hasta los 8.900, mínimos del pasado jueves.

La corrección que sufre la Bolsa española está siendo más amplia que la vivida por Fráncfort y París, que comenzaron los retrocesos en enero y mayo del año actual. En ambos casos son pocos meses de corrección de la importante fase alcista precedente. Y si llevamos la vista al otro lado del Atlántico nos encontramos que tanto el Dow Jones como el S&P 500, si bien han sufrido retrocesos este mes, han servido para corregir el exceso de aceleración y devolverles a sus respectivas directrices alcistas.

En resumen, las principales bolsas están sufriendo fases correctoras normales sin que, de momento, se detecten síntomas preocupantes que inviten a encender las luces de alarma. Cosa distinta es España, donde la confianza empresarial comienza a tambalearse y donde no sabemos si nos van a machacar con impuestos y si las decisiones tomadas hoy serán válidas mañana.

Es alucinante que el jueves el Tribunal Supremo dictamine que los bancos han de pagar el impuesto de las hipotecas. Los inversores le peguen un palo a la capitalización de los bancos de 5.560 millones de euros y que ayer viernes, los mismos jueces que han montado el pollo, digan que, de momento, congelan su sentencia sobre el impuesto. Estarán conmigo que vamos a dar una imagen de país tercermundista que va a dar vergüenza salir al extranjero y decir que eres español.

Al final, aunque el Ibex 35 haya perdido en la semana el 0,11%, se salva la sesión del viernes, que comenzó como el rosario de la aurora, y terminó con un simbólico avance del 0,03%. Hay que recomponer la figura. Dedicar este fin de semana un par de horas a estudiar los gráficos y si se vendió el jueves como si se fuese a hundir el mundo, volver a comprar lo vendido o hacer algún cambio en la cartera ganando en calidad y reduciendo los riesgos asumidos.

Sería formidable que nuestros políticos se tomaran un par de semanas de vacaciones, o más, y nos dejaran vivir sin tener el ¡ay! en la boca. Los belgas estuvieron 541 días sin Gobierno. En este periodo bajó el paro, creció el PIB, se redujo el déficit y mejoraron los salarios. ¡Qué envidia! ¿Qué tendríamos que hacer para que esta panda de políticos, estén en el Gobierno, en la oposición o de medio pensionistas, se fueran de excursión al Aconcagua o a Tanzania?

Cómo me temo que no va a ocurrir, asumamos que estamos en una fase correctora de la Bolsa. Que alternarán en subidas y bajadas bancos y eléctricas, y crucemos los dedos para terminar el año con unas pérdidas asumibles y recuperables.