Warren y Puviani

Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, también refleja todas las imágenes. Los Presupuestos presentados ayer constituyen un oblicuo homenaje a los grandes hacendistas italianos, en especial a Amilcare Puviani, que publicó en 1903 Teoria della illusione finanziaria. Que yo sepa, esta importante obra, que el premio Nobel James Buchanan reconoció como fuente principal de su teoría de la elección pública, nunca fue traducida al inglés, pero sí al español, por el profesor Rodríguez Bereijo, y publicada por el Instituto de Estudios Fiscales.

Dice Puviani: “El problema fundamental que debemos resolver es encontrar las razones en virtud de las cuales las grandes masas humanas son inducidas a pagar grandes sumas impositivas y a someterse a enormes sacrificios en casos en que los beneficios obtenidos o esperados a cambio del Estado no parezcan remuneradores”.

Es una estrategia de dominación, pero no descarada como la de los Estados feudales y esclavistas, sino sutil, buscando el engaño de una ciudadanía que, bajo el manto de la democracia liberal, paradójicamente no pudo elegir no pagar, ni defender sus derechos individuales. “Cuando el moderno Estado soberano se presentó como representación popular, aunque parecía pertinente preguntarse qué pensaban las personas sobre los impuestos, tampoco se hizo. Era el apogeo del individualismo pero se siguió perdiendo de vista al individuo. ¿Qué importaba interrogar el pensamiento de cada contribuyente desde el momento en que el Estado debía proveer al bien común según un pensamiento extraño a la conciencia individual? Nada sorprendente, pues, que el impuesto se concibiese como un deber hacia el Estado, como un deber salido de la razón de las cosas. El impuesto se presentó a los contribuyentes con refinamientos tales que lo ocultasen o atenuasen su carácter gravoso, mientras con otras astucias se exageraba en el pensamiento de los ciudadanos el valor de los servicios públicos”.

El razonamiento de Puviani se plantea en términos que podría haber secundado la izquierda, puesto que es un esquema de ataque de los de arriba contra los de abajo, engañados y explotados por el poder político y los grupos de presión que a su socaire medran. Sin embargo, la izquierda quemó sus naves liberales, en algunas de las cuales navegaba hace un siglo, y se plegó al estatismo opresor, hasta hoy.

Por eso la teoría de Puviani describe a Warren y a sus secuaces con precisión, porque explica el crecimiento de los Estados en el último siglo sobre la base de trampas para que la gente crea que en realidad no paga impuestos tan onerosos y que, en cambio, obtiene del gasto público beneficios muy superiores a los que podría obtener si dicho gasto no existiera.

Los mecanismos de ilusión, desde la tributación progresiva (que hace que fantaseemos con que los ricos pagan la cuenta y no el grueso de la población) hasta la deuda pública, pasando por la tributación indirecta y las retenciones, y con la permanente propaganda para que creamos que si el Estado se reduce sobrevendrá el colapso más inicuo, todo confluye en la hipertrofia de la ilusión financiera.

Warren Sánchez, por tanto, es solo el último acto de esta función, pero sigue la trama fielmente. Ha proclamado que los Presupuestos “son buenos para la mayoría de este país”. Esto es falso, porque la subida de impuestos, que pagará la mayoría del pueblo y no un grupo reducido de opulentos, conspirará contra el crecimiento, lo que será particularmente pernicioso en una etapa de desaceleración de la actividad. Además, el probable incumplimiento de la previsión de ingresos, que aumentan un 9,5 %, y la subida del gasto en un 4,4 %, podrá elevar la deuda pública aún más.

Se dirá que Warren carece apoyos para la aprobación de los Presupuestos, pero eso no es definitivo. Y no es descartable que los independentistas consideren que las razones que les llevaron a apoyar la moción de censura –a saber, que es mejor Warren que la derecha– no solo siguen en pie sino que se han fortalecido tras la derrota de la izquierda en Andalucía. Sin despreciar, claro que no, que los Presupuestos contemplen un incremento del 67% de la inversión para Cataluña.

Aunque todo sea en última instancia un paripé, es un paripé que conviene a Sánchez, porque podrá presumir de ser responsable y cumplir las reglas, y le permitirá ganar tiempo y estar más en el candelabro, que diría aquella. En cuanto a la ministra de Hacienda, igual salta de un candelabro madrileño a otro andaluz, nunca se sabe.

En fin, hablando de ilusiones, de ilusión también se vive. La que yo abrigo es la sospecha de que el punto de ruptura de la ilusión financiera, el punto en el que un grupo muy numeroso de ciudadanos comprende a Amilcare Puviani, y por tanto archiva a Warren Sánchez, puede estar más cerca.