La tregua entre EEUU y China abre un periodo de calma comercial

NEGOCIACIONES/ Donald Trump congela de manera indefinida los nuevos aranceles de 300.000 millones de dólares y levanta el veto a Huawei. Pekín comprará más productos estadounidenses.

Un almuerzo de ochenta minutos de duración en Osaka (Japón), donde terminó el sábado la cumbre del G-20 de los países más poderosos del mundo, dio como resultado el escenario más favorable para los mercados. Ante la evidencia de que Estados Unidos y China no alcanzarían un acuerdo comercial completo, la decisión de ambas partes de pactar una tregua será suficiente para devolver la confianza a los inversores, al menos de manera temporal, y, previsiblemente, para empujar hacia nuevos récords a Wall Street.

Como resultado de la reunión entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro chino, Xi Jinping, la Casa Blanca congela de manera indefinida los nuevos aranceles de 300.000 millones de dólares que amenazaba imponer para forzar otras reglas de juego comerciales.

Estas tarifas se hubieran sumado a otras por valor de 250.000 millones de dólares ya en vigor y hubieran implicado que prácticamente todas las importaciones chinas estarían sujetas a nuevas tasas. Grandes multinacionales como Walmart y Apple habían advertido sobre las negativas consecuencias de esta cruzada de aranceles, que se prolonga desde hace más de un año, para los negocios americanos.

Huawei y la seguridad

Pero la concesión más importante de Trump ha sido su decisión de levantar el veto al operador de móviles chino Huawei. Dentro de la guerra que mantienen ambas potencias por dominar el mundo, Trump prohibió a la compañía china la compra de componentes en Estados Unidos. En los próximos días, se conocerá el alcance de la concesión, ya que, según el presidente estadounidense, se permitirá solo la venta de equipos “que no presenten un problema para la seguridad nacional”. Los límites los decidirá el Departamento del Tesoro en los próximos días.

La decisión de incluir a Huawei en la lista negra de empresas supuso un golpe importante para los fabricantes norteamericanos de microprocesadores, como Broad-com y Qualcomm, con negocio significativo en China. Implicó, además, que empresas como Google anunciaran que dejarían de prestar servicios tecnológicos a la empresa china. “Lo cierto es que las compañías estadounidenses no estaban exactamente contentas por no poder vender”, reconoció el sábado Trump.

A cambio de las concesiones del lado americano, el Gobierno de Pekín ha acordado comprar más productos estadounidenses de manera inmediata, al tiempo que se reanudan las negociaciones en busca de un acuerdo comercial definitivo. El aumento de las importaciones se centrará, sobre todo, en productos agrícolas, de vital importancia para Washington.

Apertura económica

Además, el gobierno chino anunció ayer que ha reducido los sectores y actividades económicas sujetas a restricciones para los inversores y empresas extranjeras, en un nuevo paso hacia la apertura de su economía, informaron las autoridades del país.

La Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma (CNDR) publicó ayer en su página web una actualización de la lista con los sectores restringidos a la inversión extranjera, la llamada lista negativa, que contiene ahora 40 actividades limitadas o cerradas a la inversión exterior frente a las 48 del documento anterior.

La CNDR especifica que las agencias nacionales de transporte marítimo, gas y calefacción en ciudades de más de 500.000 personas ya no necesitan ser controladas por entidades chinas. También ofrece un acceso más amplio en la exploración de petróleo y gas, agricultura, servicios, minería y manufacturas y se prevé que los inversores extranjeros puedan desarrollar negocios con mayoría accionarial o de propiedad absoluta. La nueva lista entrará en vigor a partir del 30 de julio de 2019.

La tregua calmará con toda probabilidad a los mercados y especialmente a las empresas tecnológicas, pero no es garantía de estabilidad ante los cambiantes ánimos de ambas partes.

Trump inició la batalla de aranceles para reequlibrar la deficitaria balanza comercial, que sigue en números rojos. Además, detrás de la pugna subyacen las disputas por liderar la economía global.