La nueva realidad de la economía española

El brusco deterioro de la actividad económica está llevando a que la mayoría de los organismos internacionales rebajen de forma drástica sus expectativas de crecimiento para la economía española. Anteayer, la OCDE avisó de que nuestro país encabeza la desaceleración global, debido a una pérdida del ritmo de crecimiento más intensa que el resto de las economías desarrolladas. Y ayer la fundación de las antiguas cajas de ahorros, Funcas, rebajó hasta el 1,9% su estimación sobre el PIB para este año, tres décimas menos de lo previsto hasta ahora, y a sólo el 1,5% en 2020, medio punto por debajo de lo esperado anteriormente. Es previsible que el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea hagan lo propio en las próximas semanas, mientras que el Gobierno de Pedro Sánchez parece resistirse de forma tozuda a asumir el frenazo económico, limitando una posible revisión de su previsión de PIB a un ajuste mínimo que, según la ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño, no implicará “un cambio sustancial”. Estas discrepancias respecto al consenso de los analistas y organismos son preocupantes por las implicaciones del menor crecimiento, y de las que alerta Funcas. Entre ellas, una gran desviación del objetivo de déficit público comprometido con las autoridades comunitarias para este año, que llegaría hasta el 2,4% en vez del 2% fijado por Bruselas, y al 2,5% el próximo ejercicio, cuando el Ejecutivo de Sánchez había previsto rebajar el desfase presupuestario hasta el 1,1%. Esta fuerte inversión de la senda de ajuste del déficit público seguida desde 2013 se debería en parte al menor crecimiento económico, pero también a las desafortunadas medidas de aumento del gasto público puestas en marcha por los socialistas desde que regresaron al poder por mor de la moción de censura contra Mariano Rajoy. De ahí la inoportunidad de las nuevas promesas de Sánchez para revalorizar de nuevo las pensiones con el IPC el próximo mes de diciembre aunque siga en funciones o la derogación de los copagos sanitarios. Además, la inestabilidad política y la amenaza de una involución regulatoria en aspectos clave como la reforma laboral inquietan a los inversores extranjeros, como demuestra el desplome de las fusiones y adquisiciones a lo largo del tercer trimestre. Aunque estemos en periodo preelectoral, el Gobierno debe asumir la nueva realidad de la economía española.