Menos incertidumbres, mayor empuje inversor

Las Bolsas globales vivieron ayer una sesión fuertemente alcista tras disiparse casi al unísono dos de las incertidumbres que han sobresaltado de forma recurrente a los mercados a lo largo de todo el año. El principio de acuerdo alcanzado finalmente entre Estados Unidos y China para poner fin a la escalada arancelaria recíproca que han protagonizado en el último año y medio, por un lado, y la contundente victoria de Boris Johnson en las elecciones anticipadas en Reino Unido, que asegura la luz verde del Parlamento británico al acuerdo con la UE para el Brexit, dispararon el optimismo de los inversores. Un impulso que llevó al Ibex 35 a lograr nuevos máximos anuales, hasta los 9.563,70 puntos, con IAG como valor más beneficiado del final de la inestabilidad política en Reino Unido, que permitió a la Bolsa española anotarse el segundo mayor repunte en Europa, tras Londres. Aunque al final de la sesión los inversores moderaron su optimismo inicial, la libra repuntó un 1,42% frente al euro, mientras que el Ftse 100 lo hizo un 2,14%.

Incógnitas por resolver. La euforia contenida de los inversores responde a las incógnitas pendientes del Brexit –la duración del periodo transitorio desde la salida formal de la UE el 31 de enero de 2020 y los términos de la relación comercial en el futuro con los socios europeos– y los efectos colaterales de los comicios. A saber, la profunda crisis del laborismo tras cosechar su mayor derrota desde 1935 con la propuesta radical psedocomunista de Jeremy Corbyn y el fuerte avance del separatismo escocés, cuya líder Nicola Sturgeon reclamó ayer mismo un nuevo referéndum sobre la independencia, y de los nacionalistas en Irlanda del Norte, donde por primera vez los partidarios de la unificación con el resto de Irlanda lograron más diputados que los unionistas británicos. La clara mayoría de los conservadores en absoluto garantiza una legislatura plácida para Johnson, que habrá de convencer tanto a los escoceses como a los norirlandeses de las ventajas de permanecer en el Reino Unido fuera de la UE.

Un primer paso. También existen algunas dudas respecto al entendimiento entre Washington y Pekín en materia comercial. Porque lo firmado no pasa de ser la primera parte de un acuerdo que debería englobar otros aspectos más delicados como la ciberseguridad y la competencia tecnológica en las que sus posiciones aún son distantes para poner fin de forma permanente a las hostilidades entre ambas potencias. No obstante, lo ya pactado es un alivio para la economía mundial porque supone recortar a la mitad algunos de los aranceles impuestos por Estados Unidos a los productos chinos y el compromiso del Gobierno de Xi Jinping de aumentar en 50.000 millones de dólares sus compras de productos agrícolas norteamericanos, mejorar la protección de los derechos de propiedad en su país y facilitar la entrada de inversores estadounidenses a su sector financiero. Unas medidas que deberían impulsar el crecimiento del comercio bilateral y, por tanto, que sus efectos positivos se transmitan al resto del mundo a través de las cadenas de suministro globales.

Mejores expectativas para Europa. Ambos factores pueden ser muy beneficiosos para la economía comunitaria. De un lado, porque reduce los riesgos exteriores para 2020 y, además, por el efecto multiplicador que un mayor viento de cola procedente de fuera de la UE puede tener para un continente que todavía no ha corregido los desequilibrios pendientes de la recesión, que en el caso de España se plasman en los elevados niveles de deuda pública, déficit presupuestario y desempleo juvenil. El anuncio por parte del BCE de que la desaceleración de la zona euro ha tocado fondo y de un rebote de la actividad económica en el segundo semestre del próximo ejercicio mejoran las expectativas de futuro para empresas, inversores y consumidores. No obstante, el aporte de las reformas estructurales postergadas durante demasiado tiempo es imprescindible para que los nuevos brotes verdes que se vislumbran en el horizonte no sean flor de un día.