Luces y sombras de la concentración bancaria

Como en el año que acaba de terminar, los bancos seguirán buscando en 2020 una salida ante la presión que sufren sus márgenes a consecuencia de la política monetaria de tipos negativos que dejó como herencia la crisis financiera de hace diez años. Es cierto que esta anomalía monetaria tiene una doble cara porque dibuja para las empresas unas condiciones de financiación excepcionales en lo que a costes se refiere. En cambio, para el ahorro y la inversión el escenario es complejo. Sólo con riesgo se logran rendimientos que superen la inflación. La banca sufre especialmente en este complejo círculo. Y puesto que este año los tipos de interés van a seguir en niveles negativos, la actividad de banca comercial, que es la que desarrollan la gran mayoría de los bancos españoles, seguirá penalizada. La solución pasa por buscar mayores ingresos por la vía de las comisiones, por nuevos ajustes de costes y, previsiblemente, por volver a explorar, en algunos casos, las posibilidades que brindarían operaciones corporativas. Los supervisores siguen señalando que el conjunto del sector tiene aún recorrido para ajustar su capacidad instalada y que convendría que volviera a reducir tanto sus plantillas como la red de oficinas. Las condiciones de salida de los trabajadores resulta un procedimiento caro que no todos los bancos pueden acometer con la intensidad que quisieran y en ese caso las fusiones proporcionan sinergias para asumir el coste. La cuestión es cuanto negocio se pierde por el camino durante el proceso y en qué casos la concentración proporciona rentabilidad. Los bancos más rentables de Europa son pequeños.