La tecnología y la regulación disparan los costes de la banca española

RESULTADOS/ Bankia es el único banco, entre los seis grandes, que ha logrado reducir en los últimos años los gastos de explotación, una palanca clave para elevar la exigua rentabilidad del negocio bancario.

Rebajar la estructura de gastos del sector es crucial para que aumente la débil rentabilidad de los bancos españoles. Sin embargo y pese a que el sector ha recortado más de un 30% su plantilla (unos 90.000 empleados) y un 40% la cifra de sucursales desde 2012, el peor año de la crisis, esta partida prácticamente no ha disminuido nada. Ese ejercicio, los gastos de explotación agregados del sector ascendieron a 28.996 millones de euros. En 2019, la cifra estimada es de 26.186 millones si se extrapolan al conjunto del ejercicio los números publicados de enero a septiembre.

En relación con los activos, los gastos de explotación se sitúan en registros similares a los de antes de la crisis. Sin embargo, el peso de la inversión crediticia es significativamente menor que entonces, lo que debería haber hecho bajar estos costes.

Entre la gran banca, el único que ha logrado reducir sensiblemente esta partida clave es Bankia, con un descenso del 20%. Pero es un caso especial, porque el plan de reestructuración firmado con la Comisión Europea a cambio del rescate llevó aparejada una reducción de balance del 38%. La entidad aprobó en 2013 un ERE que afectó a 4.500 empleados, el 22% de la plantilla, y cerró una de cada tres sucursales. Durante cinco años, la entidad tuvo prohibido financiar a compañías del Ibex, así como hacer muchas operaciones en el mercado de capitales. El ajuste fue muy acelerado, pero tenía el capital necesario para abordarlo gracias a la inyección pública de 22.424 millones.

Los expertos achacan el fracaso del sector en el recorte de los gastos de explotación al cambio de paradigma. “Los costes de explotación de los bancos españoles no han logrado bajar en los últimos años pese al recorte de oficinas y plantillas debido a los altos costes regulatorios y a la creciente inversión en tecnología”, explica María del Mar Martínez, responsable de Instituciones Financieras para España y Portugal de la consultora McKinsey.

El reto de la transformación tecnológica de la banca está obligando a las entidades a realizar ingentes inversiones para modificar sus plataformas y su modo de trabajo.

Las inversiones

BBVA inició esta aventura en 2005 con inversiones que en los últimos años han rondado los 700 millones. A eso hay que añadir los más de 500 millones invertidos hasta la fecha en comprar participaciones en fintech para estar al día de los nuevos productos.

Santander anunció en la última junta de accionistas que pretende elevar a 5.000 millones anuales la inversión en digitalización los próximos cuatro años. De ellos, 3.000 millones irán dirigidos a gasto corriente en tecnología.

Ana Botín contrató en 2019 a IBM por 700 millones de dólares (630 millones de euros) para acelerar su transformación tecnológica. IBM también trabaja con BBVA, que además tiene acuerdos de diversa índole con Intel, Cisco, Red Hat, Salesforce, Amazon Web Services y Google. BBVA aloja todos sus datos y servicios internos –no los datos de clientes– en la nube de Google. Son socios desde 2012.

Estas inversiones en tecnología son ineludibles, según los expertos, ya que a largo plazo provocarán una caída de los costes medios por cliente del sector.

Los costes regulatorios también se han disparado a raíz de la crisis. Los grandes bancos han tenido que asignar cientos de empleados a los departamentos de Cumplimiento Normativo, que han más que duplicado su tamaño.