Los ricos según...

El pensamiento único intenta convencerme de que la desigualdad es un gravísimo problema. Amancio Ortega es cada vez más rico que los demás españoles, que cada año somos más desiguales con respecto a él. Y yo no veo que haya ningún problema, ni económico, ni político, ni social. Aunque, claro, no soy envidioso, y por eso no soy de izquierdas; ¿o es al revés?

Mi sospecha es que la desigualdad es un señuelo político. La izquierda necesita “condiciones objetivas” para su acción. Durante mucho tiempo fue la pobreza. Nos aseguraban que la pobreza provocada por el malvado capitalismo explicaba el surgimiento del socialismo, sus partidos, propuestas, y revoluciones.

Ahora bien, por regla general, el socialismo no se impuso por causas económicas sino por causas políticas: sencillamente, porque los socialistas conquistaron el poder. La excusa de la pobreza era sólo eso, pero sobre todo fue demasiado clamorosa como para seguir agitándola tras la caída del Muro de Berlín. De ahí que la izquierda empezara a esgrimir otras banderas, singularmente la de la desigualdad. Sostiene que su acción política se explica por la perversa tendencia del capitalismo (ahora “neoliberalismo”) a generar una terrible desigualdad. Todo sigue siendo un camelo, como siempre.

Dirá usted que la mentira es menos obvia que antes. Es posible que sea así, y por eso deben insistir sin cesar en que lo malo son los ricos, las grandes empresas, las multinacionales, etc. La solución, naturalmente, es subirles los impuestos. El objetivo fundamental es que usted, señora, señor, no caiga en la cuenta de la libertad y los derechos que ha perdido por culpa del intervencionismo político y legislativo. Y de los que puede perder en el futuro.

Esto no quiere decir que la riqueza y la desigualdad sean buenas per se. No lo son, y los liberales lo llevan denunciando desde Adam Smith, que ya condenó a quienes se enriquecen explotando al pueblo; es decir, recurriendo al poder político para obtener privilegios e impedir la libre competencia. Pero, en condiciones de mercado, la riqueza de los ricos se debe fundamentalmente a que sirven a los demás, en particular a los más pobres, brindándoles bienes y servicios cada vez mejores y más baratos.

Una última nota. En esta nueva oleada de demagogia antiliberal, la izquierda vuelve a mostrar una arrogancia que la caracteriza desde Marx, que presumió de ser “científico” porque los demás socialistas eran “utópicos”. Ahora también, las conclusiones de los nuevos héroes progresistas –como Zucman, Saez y Piketty– son presentadas como científicas, avaladas por la evidencia empírica. Sin embargo, sus datos están lejos de ser convincentes, y han sido cuestionados por economistas, que, eso sí, rara vez son jaleados por los medios de comunicación.