Virus anticapitalista

El gobierno “social comunista”, como lo llama nuestro periódico, y numerosas voces en los medios de comunicación propagan el virus anticapitalista que florece en cualquier crisis. La izquierda levanta aún más sospechas e infundios contra el sector privado, contra las pérfidas empresas que se lucran a costa del suficiente pueblo, y lanza loas a los políticos, los sindicalistas y el sector público, como si en ese universo no hubiera más que gente sacrificada, desinteresada y eficiente; pinta todo lo que dependa de las Administraciones Públicas como si no representara coste alguno para los ciudadanos; e insiste en el pensamiento mágico que identifica cualquier problema con la insuficiencia del gasto público, y cualquier solución con el incremento del mismo.

Esto se combina con una antigua mentira que sostiene que lo malo de la crisis se debió a los “recortes” y a la “austeridad” practicados por el Gobierno de Mariano Rajoy, que supuestamente “desmanteló el Estado de Bienestar” en una orgía privatizadora.

Como Madrid es la baza más importante que anhelan reconquistar los socialcomunistas, arrecian en estos días los esfuerzos políticos y mediáticos para intoxicar a la opinión pública con la idea de que las dificultades que puedan aquejar a la sanidad pública ante la emergencia del coronavirus se deben exclusivamente a que en Madrid ha disminuido el gasto público en sanidad, lo que es un fabuloso camelo que no resiste la más mínima contrastación empírica. El PP de Rajoy estuvo muy lejos de ser el partido liberal demonizado por la izquierda, que oculta que, en realidad, la derecha fue tan socialista como la propia izquierda, subiendo el gasto público (sí, también en sanidad) y subiendo los impuestos.

Lo que les han contado

Para neutralizar el virus anticapitalista es recomendable apreciar su extensión, aquí y en todas partes. Christopher Koopman, del Mercatus Center de la George Mason University, señaló en el Wall Street Journal que un tercio de los jóvenes norteamericanos apoyan hoy el socialismo, “y los que defienden el capitalismo no llegan a la mitad”. Pero, aparte de que en España las cifras son probablemente más hostiles al mercado, las personas que desprecian el capitalismo igual desprecian otra cosa; a saber, lo que les han contado: “Para muchos, el capitalismo no es la libre empresa, ni las start up, ni la innovación”, sino los rescates bancarios, la codicia empresarial y los escándalos de corrupción.

Por lo tanto, el tratamiento frente al virus anticapitalista no es sencillo, pero tampoco hay que dejar atrás toda esperanza, en la medida en que los partidarios de la libertad podamos formular un diagnóstico claro y denunciar a los curanderos estafadores que juran que el capitalismo es el problema y el socialismo, la solución.