Una respuesta común de la UE a esta crisis

Los gobiernos europeos llegan nuevamente divididos a una cumbre decisiva para la UE. Esta vez a cuenta de la idea de lanzar bonos conjuntos para financiar el coste de las medidas para luchar contra la pandemia provocada por el coronavirus Covid-19, que está golpeando con especial virulencia al Viejo Continente. Si bien la propuesta de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, de utilizar esta herramienta tuvo una buena acogida inicial, con el paso de los días los Estados miembro que durante años han bloqueado la creación de los eurobonos han vuelto a su posición tradicional contraria a la mutualización de los riesgos soberanos en la zona euro. Pero sin esta fórmula u otra similar la capacidad de respuesta de los gobiernos europeos más afectados hasta el momento (España e Italia) por la pandemia sería muy limitada. De ahí que Pedro Sánchez, el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, enviasen ayer una carta pública al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, reclamándole que despliegue todos los instrumentos europeos disponibles para hacer frente a la emergencia sanitaria. Una misiva a la que se sumaron también los primeros ministros de Bélgica, Grecia, Irlanda, Luxemburgo, Portugal y Eslovenia. Los temores de Alemania y de otros países del Norte de Europa a nuevos episodios en el futuro de indisciplina fiscal de gobiernos como el español y el italiano, que por oportunismo político desaprovecharon los réditos de la recuperación en irresponsables incrementos del gasto público, son comprensibles desde el prisma de la estabilidad presupuestaria. Pero la profundidad de la recesión resultante de las medidas sanitarias para tratar de frenar los contagios, hará difícil que ningún gobierno pueda responder por sí sólo, sin un paraguas europeo, a este duro shock de duración imprevisible. Sin una herramienta común de defensa como los denominados coronabonos o la activación del Mecanismo Europeo de Emergencia (MEDE) con una condicionalidad suavizada, los países más afectados por la pandemia se verían expuestos a la amenaza de un repunte de la rentabilidad de sus deudas soberanas que les provocase problemas de sostenibilidad, poniendo en riesgo a la larga la estabilidad de toda la zona euro, como sucedió en 2012. Por ello, Europa debe hacer frente unida y al unísono a una emergencia sanitaria que no distingue nacionalidades ni entiende de disciplina fiscal.