‘Això qui ho paga?’

Como hizo Josep Pla, a mediados de los años 1950, desde la cumbre de un rascacielos, ante el Nueva York nocturno e iluminado, podemos preguntar: “¿Y esto quién lo paga?”. Las cifras del paro fueron muy malas, aunque las autoridades insisten en que es una situación excepcional. Ya veremos qué pasa este mes de abril. En todo caso, los parados van a pagar, una vez más, la crisis en primer lugar.

Los siguientes candidatos son los contribuyentes. El Gobierno no hará frente al coste político de una contención del gasto, y por tanto no tiene más salida que una subida de impuestos o, idealmente, de la deuda. De ahí su entusiasmo con la elusión de responsabilidades mediante los “coronabonos”.

En Moncloa conocen la situación actual, las lúgubres perspectivas futuras, y su propio irresponsable papel en haber violentado la Hacienda Pública antes del coronavirus, dejándola, como denunció nuestro periódico, en una situación especialmente precaria para hacer frente a la emergencia sanitaria. Si sumamos todo eso comprenderemos que la izquierda explote la mentira. Ya ha empezado, y su estrategia se apoyará en tres pilares: aquí no paga nadie; las culpas se reparten entre el virus y la derecha, valga la redundancia; y no corráis, que es peor.

El primer pilar ya está erigido en todo su esplendor: el Gobierno asegura que nadie pagará nada, habrá de todo y hasta estará prohibido despedir. No hablan más que de “vulnerables” y de “ayudar”. En cuanto al segundo pilar, se extenderán los camelos habituales sobre los “recortes” del PP, la “privatización” de la Sanidad y el malvado “neoliberalismo” que nos acosa. El asunto tiene mucho mérito porque es una increíble fábula, pero veremos al antiliberalismo hegemónico practicar la demagogia antiempresarial con denuedo.

Propuestas imaginativas

El tercer pilar es el más fino, porque puede ser contradictorio con los anteriores. Son las propuestas imaginativas para no bajar el gasto público y justificar la subida de impuestos. Si el Gobierno concluye que no es capaz en solitario de engañar al pueblo en un grado suficiente, intentará centrifugar el coste político del sablazo. Esto último requiere incorporar a la maniobra a los mismos que la izquierda ha demonizado hasta hoy: el centroderecha y los empresarios. No es casualidad que se hable de los Pactos de la Moncloa, que hicieron algo parecido, con notable éxito.

Por cierto, la pregunta de Josep Pla tenía una respuesta clara. Cuanto más seamos conscientes de ella, menos campo de acción tendrán los liberticidas. En el capitalismo, la gente paga la luz, como todo lo demás, y puede hacerlo porque prospera y tiene medios. En un sistema anticapitalista, Pla no habría preguntado nada porque Nueva York habría estado a oscuras.