La Comisión Europea hizo ayer públicas sus previsiones económicas de primavera y dejó poco espacio al optimismo a corto y medio plazo, especialmente en España, uno de los países europeos más castigados por la pandemia junto a Italia. Aunque la crisis sanitaria provocada por el coronavirus ha supuesto “una gran conmoción de gravísimas consecuencias socioeconómicas” para el conjunto de la UE, como reconoció ayer Bruselas, sus efectos serán especialmente devastadores para España, cuyo PIB se hundirá un 9,4% este año, dos décimas más de lo que prevé el Gobierno español y 1,7 puntos porcentuales por encima de la media de la zona euro.
Es decir, la economía española se encogerá en unos 117.000 millones respecto al PIB nominal con el que cerró 2019. Es el tercer peor dato de la zona euro solo por detrás de Grecia, que se desplomará un 9,7%, e Italia, que se contraerá un 9,5%, evidenciando que, si bien todos los países europeos sufrirán los estragos de la epidemia, viéndose arrastrados a una “recesión profunda”, como admitió ayer la UE, sus efectos no serán simétricos, como tampoco lo será la reconstrucción. “Tanto la profundidad de la recesión como el vigor de la recuperación serán desiguales”, advirtió el comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, quien subrayó que “Europa sufre un choque económico sin precedentes desde la Gran Depresión”.
Si los oscuros presagios de la Comisión Europea se cumplen (y no se encuentran precisamente entre los más pesimistas: el Banco de España estima que el PIB podría caer hasta un 13,6% en el peor escenario), España borrará de un plumazo en un solo año casi todo el crecimiento acumulado en los últimos cuatro. Y lo que es aún peor: verá catapultados sus ya de por sí abultados niveles de déficit, deuda y paro.
España, que apenas ha logrado mantener dos años por debajo del 3% el desfase de las cuentas públicas, verá dispararse el déficit hasta el 10,1% del PIB; esto es, un agujero superior a los 110.000 millones de euros frente a los 35.195 millones de 2019. Paradójicamente, el vaticinio de Bruselas es ligeramente inferior al de un Gobierno español ya de por sí propenso al gasto y que, quizás en un intento de curarse en salud, augura un desvío del 10,3% ante los ingentes gastos en los que se ha visto obligado a incurrir para mitigar el impacto de la pandemia. En este contexto, la deuda, que ya antes de la crisis era una de las grandes asignaturas pendientes, alcanzará este año el 115,6% en España, según las estimaciones de la Comisión, que se muestran en línea con el 115,5% comunicado por el Gobierno de Pedro Sánchez a Bruselas el pasado 30 de abril. Son, en todo caso, 20 puntos porcentuales más que en 2019, lo que representa una losa de 226.000 millones de nuevo endeudamiento.
Al cóctel letal que devolverá a la economía española al pelotón de cola de la UE se le añade una tasa de paro que, según Bruselas, ascenderá al 18,9%, ligeramente más optimista que el 19% que pronostica el Gobierno español, pero el doble que lo previsto para el conjunto de la zona euro, que cerrará en el 9,6%. En general, las previsiones del Ejecutivo de Pedro Sánchez están bastante alineadas con las de la Comisión, lo que se produce en el contexto del Plan Marshallpara la reconstrucción que países como España quieren impulsar a través del Ejecutivo que preside Ursula von der Leyen. Aunque Bruselas espera que la economía española reaccione con brío en 2021, advierte de que la recuperación será “incompleta”, además de “incierta”.
La Comisión prevé que el PIB español crezca entonces un 7%, 2,4 puntos menos que la caída prevista para este año, entre otras razones porque tras el brutal parón de este ejercicio, “la inversión seguirá siendo baja (prevé una caída del 20,7% este año) y el mercado de trabajo no se habrá recuperado completamente”.