El Banco Central Europeo (BCE) está comprometido en la lucha contra el descalabro económico provocado por la propagación del coronavirus en la zona euro. La autoridad monetaria ha reaccionado con decisión en este tiempo de pandemia y ha puesto sobre la mesa numerosos estímulos que esta semana cumplen dos meses en los que se han batido todos los registros.
Desde el 12 de marzo hasta ahora, la institución que preside Christine Lagarde ha lanzado una expansión monetaria sin precedentes al acudir a los mercados para adquirir más de 220.000 millones de euros en deuda pública y corporativa de la región. Esta cuantía se ha dividido entre los casi 68.000 millones de euros del plan de compras tradicional y los cerca de 153.000 millones de euros del Programa de Compras de Emergencia Pandémica (PEPP), la gran bazuka del BCE en esta crisis.
Ni siquiera la sentencia del Tribunal Constitucional de Alemania, que pone en cuestión ciertos aspectos de la legalidad de estas compras (ver información adjunta), han hecho dudar al BCE. Más bien todo lo contrario.
La semana pasada, en la que se conoció el dictamen de la corte alemana, la autoridad monetaria elevó sus compras hasta casi los 45.000 millones de euros, de los que 34.200 millones correspondieron al PEPP.
Frente al flujo mensual del plan de compras tradicional, el PEPP se compone de 750.000 millones de euros en compras a distribuir a lo largo de todo el año. El BCE ya ha consumido un 20% de este programa y, de consolidarse el ritmo de adquisiciones de la semana pasada, los expertos calculan que el estímulo se agotaría en agosto.
Pero el BCE no tiene las manos atadas. Fuentes conocedoras de la situación apuntan a que el Consejo de Gobierno de la autoridad monetaria discutirá en la próxima cumbre de junio una ampliación del volumen de compras de deuda que dedica al PEPP. Por el momento, la institución planea adquirir bonos por más de 1,1 billones de euros este año, pero si es necesario, podría elevar enormemente esa cuantía.
Página 17/ Los planes de la Fed