Remotos malos impuestos

Como en todas las crisis, los enemigos de la libertad están hoy de enhorabuena. El miedo generalizado promueve sus agendas estatistas con perdurables falacias como que el Estado ayuda y rescata, bien y gratis. Cabe refutarlos con esa vieja maestra, la historia.

Es tan acusada la mejoría de los indicadores económicos y sociales desde la Revolución Industrial, que podemos pensar que antes de 1800 no hubo prácticamente crecimiento, y que durante siglos el mundo predindustrial vivió en un lúgubre escenario malthusiano en el que se mantuvieron más o menos constantes a largo plazo los ingresos, la producción y el consumo.

Sin embargo, los historiadores económicos han cuestionado esta idea, planteando que en centurias pasadas se registraron también escenarios que no remiten a Malthus sino a Adam Smith, es decir, episodios de crecimiento económico sostenido aunque reversible, derivados de la expansión de los mercados y de la productividad asociada a dicha expansión, como subrayó el autor de La Riqueza de las Naciones.

Tal es la tesis que presentan para España, y para el medio milenio anterior a 1800, Leandro Prados de la Escosura, Carlos Álvarez-Nogal y Carlos Santiago-Caballero, destacados profesores de Historia Económica de la Universidad Carlos III de Madrid (http://www.ehes.org/EHES_177.pdf).

Su conclusión es que en nuestro país sucedió algo similar a lo acaecido en Europa del Norte: “La economía de la España preindustrial estuvo lejos del estancamiento, registrando fases de crecimiento y contracción de la producción per cápita”. Hubo picos en los ingresos medios en las décadas de 1340 y de 1570, tan apreciables que habrá que esperar hasta comienzos del siglo XIX para obtener cifras superiores.

Ahora bien, siendo esto así, no se registraron aumentos significativos en los estándares de vida en nuestro país en el largo plazo. ¿Por qué? En tiempos de la Peste Negra nuestra renta por persona igualaba a la de Francia, y superaba a la de Inglaterra y Holanda.

En el pico siguiente, del siglo XVI, estábamos como los ingleses, por encima de los galos y por debajo de los holandeses. La relativa decadencia ulterior no fue malthusiana, porque la población y el producto por persona evolucionaron paralelamente.

Prados de la Escosura y sus colegas postulan una hipótesis institucional: “Los incrementos sostenidos de la presión fiscal sobre las actividades urbanas más dinámicas para financiar guerras imperiales en Europa impulsaron la desurbanización y desencadenaron un colapso en las rentas reales medias, del que la temprana España moderna nunca se recuperó plenamente”.

Cuando hoy intenten aleccionarla a usted, señora, alegando que pueden subir los impuestos y que no pasa nada, usted pregunte, como quien no quiere la cosa: ¿Por qué España no recuperó la posición de liderazgo económico que ostentó a mediados del siglo XVI?