Banco de España: el fondo europeo debe comprar deuda con condiciones

PROPUESTA/ Para el supervisor el fondo de reconstrucción debe contar con entre 1 y 1,5 billones, poder comprar deuda soberana y, a diferencia del Gobierno, tener condicionalidad para evitar actitudes “oportunistas”.

El Banco de España entró ayer de lleno en el debate sobre el plan de reconstrucción que necesita Europa para suturar las profundas heridas del coronavirus. Lo hizo en vísperas de que la Comisión Europea desvele hoy su Plan Marshall, que pivotará en torno al presupuesto plurianual comunitario y el nuevo fondo para la reactivación, y con una propuesta muy diferente a la que defiende el Ejecutivo de Pedro Sánchez. La institución que gobierna Pablo Hernández de Cos considera que, para ser eficaz, el futuro fondo de reconstrucción debería tener una potencia de fuego inicial de entre 1 y 1,5 billones de euros, poder adquirir deuda soberana de los Estados miembros y estar supeditado al cumplimiento de una condicionalidad mínima tanto desde el punto de vista macroeconómico como fiscal.

El tamaño del fondo es similar al que reclama el Ejecutivo español, pero ahí se acaban prácticamente las similitudes. Mientras que el equipo económico que lidera Nadia Calviño reclama un instrumento dotado con 1,5 billones, sobre el que la vicepresidenta volvió a insistir ayer, financiado con deuda perpetua, y que se distribuiría entre los Estados miembros en forma de ayudas directas (es decir, no como deuda) y sin condiciones, la propuesta que ayer lanzó el Banco de España, firmada por varios expertos de la institución, entre ellos su director de Economía y Estadística, Óscar Arce, habla de “emisiones a muy largo plazo” pero no de títulos perpetuos. Además, pone encima de la mesa un modelo de mutualización de los recursos fiscales basado, “necesariamente”, en “un alto grado de responsabilidad fiscal y compromiso con la estabilidad macroeconómica a escala nacional”. Es decir, para el Banco de España la respuesta de la UE debe ser solidaria además de “rápida, duradera y suficiente”, pero preservando el equilibrio entre Estados; es decir, “eliminando riesgos de transferencias permanentes inducidos por comportamientos oportunistas de los miembros”. En el caso de los países más vulnerables, el supervisor señala que ese compromiso con la estabilidad debería plasmarse en “una agenda ambiciosa de reformas estructurales, que permita retomar la senda de la convergencia real con las economías más robustas de la UE”. Aunque no menciona nombres, no es difícil atisbar que España se encuentra entre esos estados vulnerables.

La institución, que concibe el nuevo fondo como un pilar fundamental de una estrategia europea a medio y largo plazo (habla, literalmente, de “un horizonte muy amplio”), señala que dicho instrumento

debería contar con recursos suficientes para adquirir deuda pública de los Estados miembros con el fin de “impedir un aumento desmesurado de la carga financiera inmediata de aquellos países sujetos a un mayor estrés fiscal y permitir que éstos acometan sin disrupciones la financiación de la recuperación y reconstrucción de sus economías”. El Banco de España considera que ese nuevo instrumento debería contar con una capacidad de financiación equivalente a más del 8% del PIB europeo en 2020 y más del 2% el año que viene, que es el desfase del déficit previsto para esos dos ejercicios respecto a las anteriores estimaciones.

Compra de deuda pública

La capacidad de adquirir deuda soberana es el aspecto más novedoso que aporta el supervisor español respecto a las propuestas que se han planteado hasta ahora, otorgando al nuevo fondo un rol similar al del BCE pero con un objetivo distinto: estabilidad en las condiciones de financiación de los países miembros frente a la estabilidad de precios que persigue la autoridad monetaria. Eso sí, fijando determinados requisitos en términos de estabilidad macroeconómica y fiscal de los países “emisores de títulos adquiribles por el fondo”.

El Banco de España, que defiende que, “ante un mayor riesgo, con consecuencias negativas para todos los Estados miembros, la necesidad de aseguramiento común es lógicamente mayor”, lanzó su propuesta pocas horas antes de que la jefa del Ejecutivo comunitario, la alemana Ursula von der Leyen, presente hoy su plan de recuperación, articulado en torno a un nuevo presupuesto comunitario para el periodo 2021-207 que los países del sur quieren engordar y los halcones del norte incluso adelgazar, y un fondo de recuperación con base en la propuesta franco-alemana, que plantea un instrumento de 500.000 millones financiado a través de deuda con el aval de la UE. Alemania y Francia están dispuestos a que esos fondos se repartan, en buena parte, en forma de subvenciones con cierta condicionalidad, pero países como Holanda, Austria, Dinamarca y Suecia se muestran reacios e insisten en que las ayudas deberían ser exclusivamente vía préstamos. Respecto al presupuesto, Von der Leyen planteará medidas como nuevos impuestos al plástico o a las emisiones de CO2 para nutrir las arcas comunitarias (ver información adjunta).

Mientras el invisible muro que separa a los países del sur de sus frugales socios del norte vuelve a ser muy tanglible, como cada vez que se habla de compartir riesgos y costes, algunas instituciones consideran que la propuesta franco-alemana se queda muy corta. Es el caso del Parlamento Europeo, que estima que el arsenal del fondo de recuperación debería alcanzar los 2 billones y que el pasado 18 de mayo amenazó ya con usar su poder de veto a los nuevos presupuestos si la respuesta del bloque comunitario contra la pandemia no le resulta satisfactoria.