Santander quiere invertir 1.000 millones en activos dañados

NUEVA LÍNEA DE NEGOCIO/ El banco sigue reforzando su equipo para desembarcar como comprador en el mercado de NPL. Cuenta con Deva Capital, la sociedad que creó para explorar este negocio.

Santander se marca objetivos para entrar como comprador en el mercado de activos dañados del sector financiero de todo el mundo. En un principio, tiene previsto invertir alrededor de 1.000 millones de euros en el mercado de crédito dudoso o NPL, como se conoce en el argot financiero, según confirman distintas fuentes financieras. El banco está reforzando el equipo que se dedicará a esta nueva línea de negocio que desarrollaría a través de Deva Capital, la sociedad que ha creado para desembarcar en un mercado que ofrece grandes rentabilidades.

Josep Juliá ya ha trasladado a su equipo más cercano estos planes, según varias fuentes del sector. Juliá es un experto de reconocido prestigio en el mercado de NPL procedente del Banco Mundial, que se incorporó al grupo liderado por Ana Botín como senior advisor el pasado año.

La inversión de mil millones dista mucho de la potencia de compra de los fondos de capital riesgo especializados en este mercado, como pueden ser Blackstone, Cerberus o Lone Star (ver gráfico adjunto). Pero se trataría de una capacidad inicial que podría multiplicarse por las posibilidades de apalancar hipotéticas operaciones y porque las compras de activos dañados se suelen hacer con fuertes descuentos, señalan distintas fuentes financieras.

Movimiento inusual

En el sector de compraventa de créditos dudosos se observa con cierta sorpresa los planes de Santander, ya que es inusual que un banco se interese por la compra de NPL. De hecho, en paralelo, la entidad seguirá saneando su balance en los próximos meses, por lo que también jugará un papel activo como vendedor de activos tóxicos.

El grupo se mira en el espejo de la filial de Brasil, que ya adquiere este tipo de activos de la banca a través de su servicer inmobiliario.

En los últimos meses, Santander ha ido dando distintos pasos para perfilar su entrada en la compra de activos tóxicos. Primero fue el fichaje de Josep Juliá como asesor, que no reporta directamente a ningún directivo en el banco, aunque está en la órbita de competencias de Javier García Carranza, el máximo responsable de la división de Reestructuración, Inmobiliario, Participadas y Capital Riesgo del grupo.

Y más tarde fue la creación de la sociedad Deva Capital como vehículo para explorar la compra de activos dañados de entidades financieras de todo el mundo.

Deva Capital es 100% propiedad de Santander. La sociedad tiene licencia para la compra y venta de valores mobiliarios, participaciones sociales de empresas y, “en general, instrumentos representativos de la participación de la sociedad en entidades de todo tipo”, según consta en los registros.

Refuerzo del equipo

Josep Juliá además se estaría rodeando de un equipo cercano. Recientemente, Santander ha incorporado a un especialista procedente del fondo Intrum, que en 2019 compró a BBVA su mayor cartera de crédito fallido de la historia. El fondo sueco también se hizo en 2018 con el 80% de Solvia, la plataforma inmobiliaria de Banco Sabadell.

Expertos especializados en el mercado de NPL consideran que la crisis provocada por el coronavirus abrirá una buena oportunidad para la compra de activos tóxicos. “Tras las moratorias en hipotecas y crédito al consumo y cuando se terminen las ayudas a las empresas habrá más oportunidades de compra de activos dañados”, anticipan las fuentes consultadas.

Los datos de marzo de este año, según las últimas cuentas auditadas, indican que el grupo Santander tenía una morosidad media del 3,25%, aunque en la filial española esta ratio se acerca al 7% tras integrar Popular.

Fuentes oficiales de Santander declinaron hacer comentarios al respecto y se limitaron a señalar que la sociedad no tiene dotados esos 1.000 millones de euros en sus cuentas.