Bruselas y Londres se dan un mes de plazo para desbloquear el Brexit

CUMBRE DE MICHEL, VON DER LEYEN Y JOHNSON/ La UE y el Gobierno británico descartan alargar el periodo transitorio más allá de 2020, lo que acelera la negociación de un tratado comercial para evitar el caos.

La Comisión Europea y el Gobierno británico van a intensificar en las próximas semanas la negociación para un nuevo acuerdo que ampare la relación comercial y económica entre las dos partes a partir de 2021, ante el riesgo de que las actuales diferencias lleven a una ruptura caótica del mercado común y la unión aduanera al final de este año.

Aunque el Brexit se ejecutó de manera oficial el pasado 31 de enero, ahora hay un periodo transitorio hasta el 31 de diciembre durante el que se mantiene el libre intercambio de bienes, servicios y personas entre Reino Unido y la Unión Europea (UE). El objetivo de Londres y Bruselas es aprovechar estos meses para firmar un nuevo tratado que permita mantener al máximo posible esa relación abierta.

Pero de momento, las dos partes mantienen agudas diferencias. Bruselas exige un “terreno de juego regulatorio equilibrado” y a cambio dar acceso a las empresas británicas al mercado común, lo que implica que Reino Unido acepte la normativa comunitaria en materia laboral, medioambiental y de ayudas de Estado. Londres, por su parte, rechaza la pretensión europea de asegurar a medio plazo el acceso de los buques pesqueros a las aguas británicas.

Por videoconferencia

Para intentar limar esas diferencias, los máximos representantes de ambos bandos mantuvieron ayer una videoconferencia. Participaron George Michel, presidente del Consejo Europeo; Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea; David Sassoli, presidente del Parlamento europeo; y Boris Johnson, primer ministro británico.

Tras el encuentro, las partes emitieron un comunicado conjunto confirmando que “el periodo transitorio concluirá el 31 de diciembre, en línea con lo previsto en el acuerdo de salida”. Una prolongación exigía el acuerdo de Londres y Bruselas, pero Johnson lo descarta.

Esto deja poco tiempo para cerrar el nuevo tratado, ya que las cuatro rondas de negociación mantenidas en los últimos meses entre los negociadores a los dos lados del canal de la Mancha (Michel Barnier por parte europea y David Frost por la británica) han producido pocos avances en los asuntos más espinosos.

Por ello, Von der Leyen y Johnson acordaron ayer dar “un nuevo impulso”, apoyando el plan de los negociadores para “intensificar las conversaciones en julio y crear las mejores condiciones para concluir y ratificar un acuerdo antes del final de 2020. Esto debería incluir, si es posible, encontrar un principio de entendimiento de las bases del acuerdo”. Además, los líderes señalaron su intención de “trabajar duro para implementar una relación en interés de los ciudadanos de la Unión y de Reino Unido”.

Preparar el ‘no acuerdo’

En declaraciones a los periodistas, Boris Johnson apuntó que su deseo es que julio sea el momento decisivo en la negociación. Si no hay avances significativos o un pacto, dice que las empresas británicas tendrán que empezar a prepararse para un “no acuerdo”, que implicaría a partir de enero de 2021 la aparición de aranceles y otras barreras a los intercambios con la UE.

“No hay motivos para no alcanzar un acuerdo en julio, ya que nuestras posiciones no están tan alejadas”, señaló el primer ministro. “Lo que no quiero es que esto se prolongue durante el otoño o el invierno, como creo que a Bruselas le gustaría”.

Desde la parte europea, sin embargo, se advirtió de la existencia de diferencias más profundas de lo que admite Downing Street. Michel indicó que sería positivo llegar a un acuerdo “amplio y ambicioso”, pero sin traspasar ciertas líneas rojas. “El terreno de juego equilibrado es esencial”.

El Gobierno británico argumenta que en tratados comerciales anteriores de la UE, con países como Canadá, no ha habido tantas exigencias para homogeneizar las regulaciones. Bruselas replica que la cercanía del mercado británico hace necesaria esa protección, para impedir que las empresas de Reino Unido aprovechen unos menores costes regulatorios o fiscales para batir la competencia de sus rivales europeos.

En cuanto a la pesca, Londres propone un sistema de negociación anual del volumen que podrán capturar las flotas europeas.