El horizonte económico plasmado por el Fondo Monetario Internacional en sus nuevas previsiones tras incorporar el impacto previsible de la pandemia provocada por el coronavirus Covid-19 resulta desolador. La institución prevé un desplome del crecimiento y la actividad a nivel global no visto desde la Segunda Guerra Mundial, con una contracción que será más intensa en las economías desarrolladas que en las emergentes, y que para la zona euro significará una depresión del PIB en un 7,5% en el conjunto del año frente a la caída del 5,9% esperada en Estados Unidos. El impacto todavía será mayor en los países europeos más concernidos por la emergencia sanitaria, España e Italia. La enorme propagación de la nueva enfermedad en ambos, con 172.541 contagiados y 18.056 fallecidos en nuestro país y 162.488 infectados y 21.067 muertos en el país transalpino, provocará daños económicos más intensos. El PIB español se contraerá un 8% este ejercicio, y el italiano un 9,1%. La traslación de esta recesión al mercado laboral es dramática: el Fondo calcula que a finales de año habrá 1,9 millones de parados más en nuestro país, lo que dispararía el total hasta los 4,8 millones de desempleados, el máximo desde 2015. Y aunque la economía española recobraría el pulso en el ejercicio siguiente, el ritmo de avance esperado del 4,3% tan sólo sería la mitad de la caída prevista para 2020 y se situaría por debajo de la media de la zona euro, a diferencia de lo sucedido desde el inicio de la recuperación en 2014, mientras que la tasa de paro apenas mejoraría tres décimas, del 20,8% este año al 17,5% en 2021. Con todo ello, España pasaría de ser el motor del crecimiento europeo a convertirse en un lastre. Un terrible pronóstico del que debe tomar nota el Gobierno de Pedro Sánchez, el único de nuestro entorno que todavía no ha revisado su escenario base, a la hora de diseñar el prometido Plan de Reconstrucción Económica y Social, en vez de intentar poner sordina, como hicieron ayer varios ministros, a las numerosas advertencias de organismos internacionales y expertos sobre la profundidad e intensidad del shock pandémico sobre nuestra economía. Máxime teniendo en cuenta la falta de previsión con que ha gestionado la emergencia sanitaria el Ejecutivo socialcomunista, a la que reaccionó cuando ya era muy tarde para evitar los contagios masivos y en la que siempre ha ido por detrás de la evolución de la enfermedad, adoptando decisiones precipitadas que posteriormente se han demostrado claramente erróneas.